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Enséñales respeto Niño

Enséñales respeto

Los pequeños deben ir adquiriendo este sentimiento, de forma continuada y lo más pronto posible, con el ejemplo y la ayuda de sus padres.

El respeto es un pilar que facilita la convivencia entre las personas. Pero también puede describirse como un hábito que, para la gente que lo posee, constituye uno de los rasgos que caracterizan su manera de comportarse.

El respeto no es algo con lo que el niño nace, sino que debe aprender a lo largo de su desarrollo y, por tanto, puede enseñarse. Y para ello es fundamental la actuación de los padres.

 

Nuestras acciones, su modelo

En términos generales, para conseguir que los niños muestren respeto de forma global y continuada debemos fortalecer la comunicación con ellos y emprender una serie de acciones que instauren un clima familiar adecuado y unas rutinas. En este último punto la disciplina es un aspecto que debe tener un papel preponderante.

Nuestro comportamiento les sirve como modelo. Y es que, para los niños, ejerce una mayor influencia ver lo que sus padres hacen que escuchar de ellos aquello que deben hacer. Lo cual no quiere decir que no sean importantes las razones, las explicaciones e instrucciones que les den. Simplemente es preciso resaltar la necesidad de que se produzca una coherencia entre ambas cosas, pues en caso de chocar y contradecirse, para un niño es más sugestivo el ejemplo de la acción que el sermón de la palabra.

 

Si falta al respeto, habrá consecuencias

Cuando un niño no muestra respeto por alguien está obteniendo algún tipo de beneficio que, en última instancia y resumiendo mucho, puede reducirse en la experimentación de algún tipo de placer o satisfacción. Por ejemplo, la satisfacción de dominio, cuando un niño se burla de otro y este último se muestra débil. O el placer de tomarse unos caramelos, tras desafiar a sus padres para que se los compren, cuando, en un principio, se los habían negado. Existe una asociación, consciente o inconsciente, entre la falta de respeto y la presencia de incentivos para ello; y esta asociación hay que romperla. El niño debe interiorizar que faltarle el respeto a alguien tendrá consecuencias negativas o, como mínimo, una ausencia de resultados positivos.

 

La importancia de la disciplina

Dentro de esta educación en el respeto, es fundamental tener en cuenta que la disciplina debe ser un aspecto con un papel preponderante.

  • Potencia la autoestima de tu hijo: reconoce aquello que hace bien. Es importante no perder ninguna oportunidad para transmitir el orgullo que os provocan sus acciones positivas. Esto le ayudará a valorarse a sí mismo y, en consecuencia, la irá otorgando la capacidad para proyectar ese mismo valor sobre los demás.
  • Establece normas y reglas: la ausencia de las mismas acarrea consecuencias graves. En un clima de absoluta libertad es imposible que los niños comprendan qué es el respeto y actúen en función de él. Por eso hay que establecer regularidades y obligaciones en su día a día como recoger la ropa, levantar su plato cada vez que termine de comer…
  • Evita las consecuencias positivas del comportamiento irrespetuoso: un mal comportamiento debe acarrear, siempre que se produzca, la inmediata sanción. 

 

Claves para empezar la tarea

Para conseguir tu objetivo, te puede ayudar hablar con tus hijos siguiendo estas pautas:

  • Transmítele el respeto como valor: explícale qué es el respeto y por qué hay que actuar en función de él. Es bueno señalar la ventajas que aporta respetar a aquellas personas y cosas dignas de alabanza y cuidado, así como resaltar que dicha actitud es la base para exigir el mismo trato a cambio.
  • Elige el momento oportuno para hablar del respeto: hay que tratar de inculcar el respeto en el momento en que esté tranquilo. Debes evitar aquellas situaciones en las que es difícil que preste atención.
  • Habla y escucha adecuadamente a tu hijo: no mezcles temas interrumpiendo y pide las cosas de una a una y diciendo “por favor”. También es conveniente enseñarle a mirar a la persona y usar un tono adecuado cuando se habla, hacer preguntas cuando algo no se ha comprendido, demostrando interés por entenderlo, guardar la distancia adecuada, hablar en primera persona cuando se enuncia una queja, etcétera.