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Niño | 2 a 6 años | Los lazos de parentesco

Los lazos de parentesco Niño

Los lazos de parentesco

A veces que el niño entienda los parentescos es complicado, pero hoy en día el tema de los parentescos se enreda de forma considerable, dado que existe un enorme abanico de posibilidades.

A partir de los tres años es conveniente ir dándoles ciertas pinceladas para que vayan captando la especial relación que existe entre los propios miembros de la misma familia, no será hasta los siete años aproximadamente cuando sean capaces de contar con las habilidades lógicas para entender las relaciones que pueden darse entre los distintos componentes. En primer lugar se tratará de que vayan comprendiendo las relaciones menos complejas como abuelos, primos, para pasar posteriormente a explicarles otras más complejas como nuera, yerno, suegra…

De todas formas, no es necesario tener prisa para que los niños aprendan estas relaciones más allá del primer o segundo grado de parentesco, dado que ellos al principio solo van a captar aquello con lo que realmente puedan identificarse; si tienen hermanos, será más fácil que entiendan que los padres también los tienen, y si no es así siempre será bueno hablarles del resto de la familia, pues los hijos únicos se sienten más seguros cuando se les explica que tienen una familia más grande que no se limita al núcleo con papá y mamá.

 

Un contacto habitual

El contacto diario con las personas más cercanas hará más fácil que el niño pueda ubicar correctamente a cada miembro de la familia; pasar alguna noche en casa de unos familiares, así como la celebración de la fiestas y eventos le serán de mucha utilidad, sobre todo si después pueden ser comentadas desde un punto de vista positivo y haciendo referencias a las anécdotas que se conozcan de cada uno. El efecto será más notorio si se puede identificar a cada pariente con un sentimiento o con alguna habilidad (el tío poeta o la prima que toca el violín). Dado que se trata de un proceso continuo, en cierta manera conviene aprovechar determinados momentos del día para ir asentando el conocimiento de los parentescos, e incluso plantearlo como un juego.

Por ejemplo, podríamos llevar a cabo las siguientes acciones para ayudarles:

  • Hojear los álbumes de fotos familiares y comentar quiénes aparecen, su aspecto, dónde podrían estar, sus edades, sus ropas, con quién se casaron después, quiénes son sus hermanos… Es muy divertido jugar a que los niños adivinen quiénes son las distintas personas que aparecen en las fotos.
  • Dibujar un árbol genealógico e intentar poner en él fotos que lo ilustren, lo que facilitará visualmente que el pequeño comprenda las relaciones de parentesco.
  • Hablar de los miembros de la familia añadiendo al nombre de pila la relación de parentesco, comentando las relaciones que tienen con otros miembros (por ejemplo decir “vamos a comprar un regalo para la tía Pepa, que es la hermana mayor de papá”).
  • Llamar por teléfono con la foto delante de la persona con la que se habla. De esta manera el niño podrá asociar mejor quién es quién dentro del grupo familiar.