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Así lo educas, así es. ¿Qué tipo de padres sois? Niño

Así lo educas, así es. ¿Qué tipo de padres sois?

Desorientados y hechos un mar de dudas. Así se enfrentan la mayoría de los padres de hoy a la educación de sus hijos. ¿Solución? Elegir y después, aplicar, un modelo de crianza adecuado que destierre los excesos.

Educar es una tarea compleja y apasionante, por eso antes de tener un hijo, los futuros padres deberían formarse y prepararse adecuadamente, en un escuela de padres, por ejemplo. Porque el simple hecho de procrear no te convierte, por arte de magia, en un superpadre o madre con habilidades y respuestas para todo. Claro que tampoco existen panaceas ni recetas infalibles cuya aplicación garantice el éxito absoluto.

El objetivo está, desde luego, claro: formar niños felices y también responsables, autónomos y seguros de sí mismos.

 

Actitud relajada, positiva y coherente

Lo mejor que podemos hace es tener con ellos una actitud relajada y positiva y, sobre todo coherente, con nuestras conductas y con las suyas: los niños captan muy rápido nuestros estados de ánimo y, si nos notan inseguros, nos probarán constantemente para saber dónde está el límite. Un padre incoherente, que un día dice y hace una cosa, y al día siguiente lo contrario, es un padre sin autoridad moral, que es la más importante.

Autoridad es una palabra temida, pero el modelo permisivo, que elimina reglas y no impone límites a los comportamientos del niño es igual de nocivo que el ordena y manda que se practicaba antaño. Los niños, sobre todo los más pequeños (de cero a tres años) necesitan normas y pautas, muy claras y muy firmes, y que se respeten sus horarios y rutinas de comidas, sueño, paseo, etcétera.

 

¿Qué hacer cuándo se portan mal?

Otra de las grandes dudas de los progenitores es cómo reaccionar ante las malas conductas. En primer lugar, es necesario que los padres conozcan —y comprendan— por qué etapa está pasando su hijo para que no las vivan como una provocación constante. Los niños muy pequeños tienen una etapa de negación, otra de rabietas, a los cuatro años descubren los miedos, etcétera, así sabrán lo que se les puede o no exigir en cada momento.

Pero los gritos son poco eficaces, aseguran los expertos. La atención es la palabra clave. Aquel niño cuyas demandas se atiende, aunque sea a voces, crece. La retirada de atención es el mejor castigo, si no obtienen atención, los niños se cansan en seguida. Y educar con refuerzos, alabando las conductas positivas, en vez de con castigos, también resulta mucho más útil que peder los nervios.

Y por último, unos padres felices que no se olviden de que también son personas, con sus necesidades, virtudes y carencias. A la hora de criar, conviene aparcar la abnegación, el estrés o el deseo, imposible, de tener el hijo perfecto.

 

¿Qué tipo de padres sois?

  • Padre permisivos: modelo muy habitual en nuestros días. Dan todo lo que el niño les reclama –desde una chuchería hasta el capricho más caro– y le exigen muy poco a cambio por dejadez, cansancio o comodidad. No les gusta poner normas, ni saben aplicarlas. Al final, sus hijos se convierten en auténticos tiranos que le hacen la vida imposible tanto a padres como profesores. Con gran probabilidad, serán inmaduros y tendrán problemas para controlar sus impulsos.
  • Padres autoritarios: modelo en desuso que se daba más en generaciones anteriores.  Dan y demuestran muy poco cariño y exigen, sin embargo, mucho, en especial con las notas. Son rígidos y valoran, sobre todo, la obediencia y la disciplina. Las cosas se hacen “porque yo lo digo”, sin ofrecer mayores explicaciones. Esto da lugar a hijos dependientes e irresponsables con graves carencias emocionales, que cuando no se sienten vigilados se comportan mal.
  • Padres responsables: modelo al que aspiran todos los padres. Exigen y dan en la misma medida. Dejan que sus hijos vayan a su aire, pero antes les han proporcionado una estructura sólida basada en normas claras. Son flexibles y cariñosos, pero firmes cuando es necesario. Los hijos serán responsables, independientes, con gran equilibro emocional y presentarán pocos problemas de conducta.
  • Padre indiferente o sobreprotector: o bien cree que su hijo no es un tema que le incumba y deja que otra persona, en general la pareja, se ocupe de todo, o bien no se despega de él, dirigiendo y supervisando cada detalle de su vida. Resultado: hijos problemáticos e inseguros.