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Niño | 2 a 6 años | Mi hijo tiene celos

Mi hijo tiene celos Niño

Mi hijo tiene celos

La llegada de un nuevo miembro a la familia provoca una gran alegría y… recelo por parte del hermano mayor, que ve como su hermanito se lleva gran parte de la atención por parte de su entorno.

Aunque en las primeras interacciones que tienen los niños con amiguitos o primos pueden experimentar celos, suelen ser puntuales y no llevan asociado ningún problema. Sin embargo, la llegada de un hermanito supone un desvío de recursos y atenciones manifiestas hacia el nuevo miembro, lo que provoca el surgimiento de los celos, que en mayor o menor medida, se darán prácticamente en todos los casos.

 

De lo natural a lo patológico

Sentir celos está relacionado con la percepción por parte del niño de una pérdida de atención hacia él, lo cual es una reacción natural, que en primer lugar tiene que ver con la necesidad que tiene de ser importante, de que se ocupen de él y en segundo lugar, con la inseguridad que siente al percibir que puede perder ese estatus. Por lo tanto, los celos, surgen como algo natural y sano, al igual que los miedos, las inseguridades, las dudas, la desconfianza, etcétera. Todo ello es absolutamente necesario para el desarrollo normal del niño.

Pero si permanecen y se manifiestan con demasiada intensidad, si no disminuyen con el paso del tiempo y si no dan paso a una estabilidad en sus emociones, dejan de ser adaptativos para pasar a ser un problema en sí mismos, y más que ayudarle frente a las nuevas situaciones, le provoca un gran malestar.

 

Cómo se manifiestan

Existen conductas muy evidentes, como cambios drásticos de comportamiento, llamadas de atención constantes o incluso rabietas por cualquier motivo. También pueden darse conductas agresivas hacia el hermano.

Pero los celos también pueden manifestarse de forma más sutil: con angustia o nerviosismo, solo detectable a través de la comunicación no verbal, como tensión en la cara, miradas cabizbajas o más distantes, a la vez que notamos que tienden a aislarse.

Por último, si los celos son muy intensos, pueden observarse retrocesos en hábitos ya conseguidos, por ejemplo en el sueño, en la comida, en la higiene, o en etapas ya alcanzadas, como en el control de esfínteres, o incluso en el habla, con ciertas formas de tartamudez.

 

¿Cómo actuar?

Cuando se presenten manifestaciones celotípicas, no conviene reprimirlas: los niños tienen que poder mostrar sus emociones, así les restaremos intencionalidad y posibles sentimientos de culpa. Por el contrario, se deben extinguir las llamadas de atención negativas no haciéndoles ni caso y por reforzar, por otro lado, todo lo que haga bien y  le pueda hacer sentirse feliz; esto facilitará que presente una alta autoestima. Favorecerla será la mejor forma de que disminuyan sus celos y le servirá para no hacer comparaciones. Así experimentará seguridad en sí mismo y en la relación con los demás, incluso con su hermano.

Con el fin de intentar minimizar los celos en un futuro, también será positivo, aproximadamente a partir del sexto mes de embarazo, involucrar al niño en el proceso para que vaya creando un vínculo afectivo con el hermanito.

Adjudicarles alguna pequeña responsabilidad “de mayores” para que se sientan importantes y necesarios o evitar ser efusivos en la adulación del recién llegado delante del hermano que muestra celos son otras medias muy eficaces.

 

Ante un ataque de celos, conviene evitar…

  • Mostrar enfado y emociones negativas, pues hay que recordar que el niño está experimentando fuertes emociones que no controla.
  • Preguntarle por qué lo hace. No se va a obtener ninguna respuesta y en todo caso, nunca sería que está celoso.
  • Tratar de explicarle, intentar que entienda, razonarle. Cuando manifiestan una respuesta emocional intensa no escuchan ni atienden.

 

Actuaciones urgentes

  • Si manifiesta agresividad, retírale de la situación con contundencia, evitando todo comentario y otro tipo de atenciones.
  • Utiliza la técnica del tiempo fuera, que consiste en dejarle apartado de la situación sin recibir ninguna interacción con el entorno, durante aproximadamente cinco o seis minutos.
  • Si está muy alterado o tiene una rabieta, se le deja solo hasta que se le pase, y se le devuelve a la situación solo cuando se ha tranquilizado.