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Razones para vacunar Enfermedades niños

Razones para vacunar

La vacunación es un arma de incalculable valor en la lucha contra algunas de las enfermedades más peligrosas para la humanidad. Para alcanzar su máxima eficacia las vacunas han de ponerse en los momentos más indicados, tanto en la infancia como en la vida adulta.

La vacunación ha supuesto uno de los logros más importantes para la salud durante el siglo XX. Las vacunas han erradicado la viruela, eliminado la polio de la mayoría de los países industrializados y han reducido de forma muy significativa el número de casos de difteria, tétanos, tos ferina, rubéola, sarampión, parotiditis, hepatitis B y meningitis bacteriana causada por meningococo del serogrupo C, Haemphilus influenzae y neumococo. A pesar de todo, aún hoy muchos niños sufren enfermedades que pueden ser prevenibles con vacunas adecuadas.

Las vacunas nos ofrecen una protección segura frente a múltiples enfermedades infecciosas y, si se sigue correctamente el calendario vacunal, no solo se protege al niño vacunado, sino que también se protege a las personas que conviven habitualmente con él. 

 

¿Cómo trabajan las vacunas?

Las vacunas contienen sustancias de los virus o bacterias que producen la enfermedad. Estas sustancias están tratadas en el laboratorio para que sean capaces de producir anticuerpos en nuestro organismo y a la vez que no se desarrolle la enfermedad. Cuando se produce un anticuerpo en respuesta a una vacuna, permanecerá de forma permanente en el sistema inmune de nuestro cuerpo y de esta forma, cuando nos expongamos a los virus o bacterias salvajes frente a los que van dirigidos las vacunas, nuestro sistema inmunitario (a través de los anticuerpos) destruirá a los gérmenes y evitará que se manifieste la enfermedad. Es lo que se llama memoria inmunológica o respuesta rápida a una infección.                                                                      

Por último, es necesario saber que unas vacunas provocan una mayor respuesta inmune que otras y que para muchas de ellas se necesitan varias dosis para lograr una buena protección.

 

¿Quién debe ser vacunado?

La vacunación comienza en todos los niños sanos a partir de los dos meses de vida y no termina hasta el final de nuestra vida. El mayor número de vacunas se administra durante los primeros 18 meses de vida, pero se precisan recuerdos de las mismas hasta edades ya muy avanzadas. Así, recibirán vacunas los niños, adolescentes, adultos y también ancianos. Por lo tanto, las vacunas no deben ser solo especialidad del pediatra, sino que deben serlo también del medico de familia.     

 

¿Cuándo deben administrarse las vacunas?

Debido a que los niños son los más vulnerables, las vacunas se inician a los dos meses de vida y serán numerosas hasta los seis años de edad. A partir de esta edad, hay un recuerdo a los 14 años, luego cada 10 años y a partir de los 60-65 años de edad aparecerán nuevas vacunas como la de la gripe y el neumococo.

 

¿Pueden las vacunas causar enfermedades como el autismo, diabetes, enfermedad de Crohn o cáncer?

Después de muchas décadas de experiencia en el uso de vacunas puede afirmarse de forma rotunda que no hay ninguna evidencia científica que establezca relación entre las vacunas y las enfermedades antes citadas. Además, debemos destacar que en el proceso de investigación previo a la comercialización de una vacuna se estudia específicamente cualquier relación con estas enfermedades criónicas y muchas otras. 

Es cierto que se han publicado algunos trabajos que alertan sobre una posible relación entre las vacunas y algunas enfermedades crónicas, pero siempre han sido respondidos por otros trabajos más extensos que han comprobado su falta de relación. 

Sin embargo, es importante saber que no existe un riesgo cero al administrar una vacuna y por lo tanto siempre deberán tenerse en cuenta los beneficios, costes y riesgos de cada una de ellas. Como cualquier fármaco, las vacunas pueden causar algunos problemas, pero la decisión de no vacunar, sin duda, puede provocar en mucha mayor medida un aumento de infecciones graves e incluso de muertes que podían haberse prevenido.

El balance general arroja un claro beneficio de todas las vacunas sistemáticas, aunque al erradicar una enfermedad este balance puede cambiar en el sentido de variar los programas de vacunación. Un claro ejemplo es el cese de la vacunación frente la viruela al erradicarse esta enfermedad en todo el mundo, o el cambio de la vacunación antipoliomielítica de oral (virus vivos) a intramuscular (virus muertos) al desaparecer la polio salvaje en los países industrializados.