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Comprender al adolescente Niño

Comprender al adolescente

Los niños entran cada vez más pronto en la pubertad, una etapa llena de conflictos que es importante conocer para afrontarla lo mejor posible junto a nuestros hijos.

Intentar comprender la adolescencia no es sencillo. Su eclosión abrupta puede sorprendernos y desconcertarnos.

Cuando la infancia parecía entrar en un periodo de calma, justo pasados los diez o doce años, tu hijo sufre un cambio súbito; tanto en lo físico como en lo psíquico. Y nos plantea una serie de interrogantes que, en el fondo, son expresión de unas ansias de independencia.

 

Vivir al límite

Las dos coordenadas que pueden ayudar a comprender al adolescente son el deseo de vivir intensamente y la necesidad vital de probarlo todo. El adolescente va a plantear una firme oposición al mundo de los adultos, y también un estilo de vida muy poco considerado con los riesgos que podemos ver los adultos.

Parece que el adolescente se nos escapa de las manos. Representa la fuerza del tremendismo; le urge el deseo de llevar las propias fuerzas hasta los límites, hasta las últimas consecuencias. Y en el alma inquieta del adolescente se va forjando una atracción fatal por todo aquello que es nuevo y se le aparece como irresistible. Y lo irresistible se convierte en imprescindible. Y así aparece la tentación hacia el “tener”, que le resulta mucho más apasionante que el “ser”.

 

Acompañarle en el camino

Las personas aprenden a escoger su camino a partir de las experiencias de la vida, sean gozosas o sean dolorosas. La educación del adolescente debe tener por objetivo que sepa vivir en libertad. Ni paternalismo ni abandonismo. No podemos pasar delante del adolescente, en su camino personal, para evitarle cualquier rasguño o cualquier tropiezo, ni debemos caminar detrás para recoger lo que de él quede cuando se hunda ante las dificultades. La actitud más acertada será caminar a su lado, compartiendo desde otra dimensión, la vida que se va abriendo ante él.

No podemos transmitirle nuestra experiencia. Él deberá hacer su propia experiencia para vivir la que será su propia vida.

 

Fomenta su independencia

El adolescente se desvive por vivir con independencia. Los padres le ayudaremos proponiendo objetivos que le hagan sentirse seguro de sí mismo.

A medida que los hijos crecen, los padres deben hacerse cada vez menos necesarios en su vida. Es importante que, mientras los padres estén presentes, sean los hijos quienes tomen las propias decisiones y hagan uso de sus criterios. Se trata de un ejercicio de independencia mutua. No es bueno que los padres vivan solo para los hijos. La independencia y la individualidad de los padres facilita que los adolescentes los encuentren cuando realmente los necesiten.

Ello no supone renunciar a unas normas y a unos valores, que deben ser firmes y bien definidos. Unas normas que provocarán una saludable oposición, pero que definirán los límites de la conducta.

En definitiva, debemos respetar las opiniones, las actitudes, los sueños y los deseos. Pese a que no coincidan con los nuestros. Y a la vez, mostrar firmeza para criticar un comportamiento inapropiado.

 

No caigas en estos errores

  • Ser demasiado parternalista: esta situación es dañina, ya que condena al hijo a la minoría de edad crónica. El paternalismo parte del presupuesto de que el adolescente no puede ser responsable de sus actos. El adolescente que crece bajo un férreo paternalismo será incapaz de desarrollar una autonomía que le permita su tránsito por la vida, le faltará la capacidad crítica, y será de fácil manejo por otros elementos de la sociedad.
  • Mitificar la juventud: la admiración hacia lo joven no deja de esconder una frustración hacia el paso de los años y la nostalgia hacia aquellos años en que creíamos, nosotros también, que podíamos cambiar el mundo. La adolescencia y la juventud suponen un valor, pero no debemos olvidar que no se trata más que de una etapa de la vida. Si no se supera esta etapa, no puede existir la madurez plena del ser humano. La adolescencia y la juventud están para ser superadas.