Está en

Alimentación | Alimentos saludables | 10 claves para acabar con la guerra de las comidas

10 claves para acabar con la guerra de las comidas Alimentación

10 claves para acabar con la guerra de las comidas

El hecho de que el hijo sea un niño inapetente puede ser vivido por los padres como un riesgo para la correcta evolución del pequeño y, a su vez, un rechazo hacia sus pródigos cuidados.

El acto de alimentarse no deja de ser una actividad educativa. La alimentación supone una ingesta adecuada de alimentos, pero, a su vez, es el establecimiento de una conducta y una actitud sociales correctas; una actividad de nutrición y una actividad social.

Si educamos a nuestros hijos en este ámbito, desde pequeños, no tendremos problemas importantes cuando se tengan que enfrentar a la comida. Eso sí, siempre deberemos tener en cuenta que cada niño tiene su forma de crecimiento y su personalidad particular y hay que intentar respetarle, en la medida de lo posible.

 

¿Por qué no quiere comer?

El negativismo forma parte del desarrollo de la personalidad del niño. Forzar a un niño a comer es la causa más importante en los problemas con la alimentación.

Además, cierta “holgazanería” es normal en el niño entre los nueve meses y los dos años y medio. El pequeño necesita experimentar y jugar con la comida; es un aprendiz de persona adulta y por lo tanto, es natural que no tenga modales muy correctos.

Por otro lado, la constitución de cada niño y su metabolismo también condiciona la cantidad de ingesta en las comidas. Cada pequeño tiene su constitución y esta no puede cambiarse; el tipo de alimentación no influye en ella. Por eso, nunca se deben hacer comparaciones con otros niños.

Hay que recordar que hay que educar para la autonomía, y hay que dejar que el niño vaya colaborando con la acción de comer.

Así, la actitud obsesiva hacia la comida del pequeño va a facilitar esta inapetencia. También perjudica exigir el cumplimiento de unas normas antes de los tres años (cuando falta aún estructura cerebral para ello). La conducta alimentaria debe ajustarse a cierta normativa, pero la expresión de la misma tiene que individualizarse en cada caso. Tampoco harán ningún bien a sus hijos aquellos padres que se muestran ansiosos y sobreprotectores, los que no creen en la capacidad de autonomía que el niño va adquiriendo.

 

¿Estará bien alimentado? 

Un niño está bien alimentado siempre que tenga un desarrollo corporal armónico de acuerdo con su constitución, no sufra frecuentes enfermedades importantes y mantenga un estado anímico saludable. Las curvas de peso y talla que utiliza el pediatra van a permitir situar al niño en los márgenes de la normalidad que le corresponda de acuerdo con su edad.

Si estas premisas se cumplen, lo importante no será la cantidad de comida que consume el pequeño, sino la calidad de esta. Si conseguimos que en su dieta haya fruta, verdura, legumbres, pescado… en definitiva, un poco de todo, estará bien alimentado.

 

Modificar la conducta

Una vez que el pediatra haya descartado cualquier problema, el tratamiento debe basarse en la modificación de la conducta. Con estas pautas se pueden conseguir excelentes resultados:

  1. Que el niño se siente a la mesa con los adultos, a las horas de comer.
  2. No obligarle a comer si no quiere.
  3. Evitar miradas o comentarios ansiosos hacia el plato.
  4. No insistir ni halagarle con respecto a su conducta ante la comida.
  5. No darle ningún alimento entre las comidas principales (ni siquiera leche), aunque no haya comido, “para compensar”.
  6. No insistir en un alimento en particular, pero vigilar las exigencias del niño a partir de los tres años.
  7. Evitar poner exceso de comida en el plato. Ya pedirá más si lo desea.
  8. Retirar el plato del niño, esté como esté, cuando se retiren los de los adultos. Esto se hará sin connotación de castigo; con naturalidad. Se guardarán estos alimentos para la siguiente comida.
  9. Que él coma lo que quiera y no lo que los adultos esperan que coma.
  10. El problema generalmente quedará resuelto cuando hayamos demostrado al niño que, con su conducta, no consigue llamar nuestra atención.

 

Lo que no se debe hacer

Ante un niño inapetente hay que evitar una serie de actitudes, como pueden ser:

  • Persuadirle: “Una cucharada para papá, otra para mamá…”
  • Distraerle: televisión, diversos juguetes, correr tras el niño con la cuchara…
  • Sobornarle: prometer o dar golosinas, juguetes u otros “premios”.
  • Utilizar tónicos u otro tipo de estimulantes.
  • Amenazarle: ¡Qué no vas a crecer!, ¡Te llevaré al médico!…
  • Castigarle: hay que evitar que el hecho de comer se convierta en un trabajo forzado.
  • Comer a deshora: debe organizarse un horario único de comidas.
  • Dejar que tome el poder: el niño se puede convertir en un “pequeño dictador” que establece sus propias normas.