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Niño | 2 a 6 años | Mi hijo tartamudea

Mi hijo tartamudea Niño

Mi hijo tartamudea

Puede ser simplemente una falta de fluidez en el lenguaje, debido a los primeros esfuerzos por aprender a hablar. Pero lo importante es estar atentos para detectar el problema y apoyar al pequeño para superarlo. 

Durante mucho tiempo la tartamudez se consideraba un trastorno biológico y orgánico y no se tenía en cuenta que el problema se modificaba o desaparecía cuando el niño hablaba solo con sus juguetes o cantaba, y que variaba el modo y la falta de fluidez ante la presencia de distintos adultos. Actualmente, la tartamudez se considera un trastorno de la expresión verbal que afecta al ritmo de la palabra en un contexto de actividad comunicativa.   

Este trastorno está vinculado a la presencia de un interlocutor; por lo tanto la tartamudez supone un trastorno de la comunicación verbal. Los entorpecimientos que provoca originan dificultades psicológicas, a veces importantes que, en el futuro, podrán constituir un impedimento muy importante en las relaciones sociales.

 

¿Cuándo comienza?

En la mayoría de los casos, el tartamudeo comienza entre los tres y los cuatro años. En este periodo el niño está en pleno proceso de adquisiciones lingüísticas más complejas y también comienza a utilizar su lenguaje en intercambios con otras personas que están fuera de su entorno familiar. No obstante, hay niños que comienzan a tartamudear a edades más tardías.

De la totalidad de niños que empiezan a tartamudear a esta temprana edad hay un porcentaje comprendido entre el 20 y el 25 por ciento que evoluciona hacia una tartamudez persistente.

La repetición de sílabas, por sí misma, no permite afirmar que un niño es tartamudo, ya que el niño pequeño tiene tendencia a la repetición, a la vez que mentalmente va elaborando su discurso. Se puede considerar que tartamudea cuando durante la emisión verbal aparece, además de la repetición, una tensión espasmódica.

El tartamudeo evoluciona de manera diferente según cada niño y sus efectos son también diversos. Hay niños a los que el hecho de tartamudear no parece importarles demasiado, por lo que su desarrollo psicoafectivo se ve poco afectado. Sin embargo, otros, desde una temprana edad, desarrollan ansiedad y miedo ante su interlocutor, lo que les provoca más confusión, bloqueos y dificultades para expresarse y comunicarse con tranquilidad.

 

La familia es fundamental

La actitud del entorno familiar es esencial para ayudar al pequeño en sus dificultades expresivas. La reacción de ansiedad y miedo del adulto frente a las primeras repeticiones de sílabas del niño no solo decidirá su respuesta puntual, sino que marcará su manera de enfrentarse, lingüística y socialmente, a los demás. Esta actitud del adulto genera inquietud y desasosiego en el niño, que se siente “juzgado” cuando habla y que, por tanto, no se encontrará cómodo en los intercambios lingüísticos. Es importante entender que, tanto la actitud de ansiedad como la de indiferencia, no son adecuadas para enfrentarse a los primeros indicios de bloqueo.

 

¿Qué pasa en el cole?

El inicio de la tartamudez suele coincidir en el tiempo con su ingreso en el jardín de infancia y la escuela maternal (3-5 años). Coincide también con su primera separación de los padres. Si el ambiente escolar es comprensivo, si el niño espera con interés el inicio de las clases y si el profesorado y cuidadores son conocedores del problema y pueden dar respuestas adecuadas cuando el pequeño se bloquea, la nueva situación tranquilizará al niño y le ayudará a socializarse sin estar pendiente de su dificultad. En realidad, no estar pendiente de cómo habla es una de las claves para superar su tartamudez.

Si, por el contrario, los adultos se desentienden o ignoran las dificultades del niño y requieren de él actuaciones, sin ningún tipo de ayuda, que lo ponen en aprietos como, por ejemplo, preguntarle en clase delante de todos los niños, pedirle que recite, etcétera, sus impedimentos se harán más patentes para él y más visibles para sus compañeros, lo que le puede conducir a marginarle del grupo.

 

¿Cómo actuar?

Habitualmente, cuando un niño tiene sus primeros episodios de tartamudez los padres le dan una serie de consejos bien intencionados, dirigidos a tranquilizarle y así, de paso, tranquilizarse ellos mismos ante esta situación tan inesperada, pero que no suelen ser muy acertados. Por ejemplo: “Tu tranquilo, respira hondo, piensa lo que vas a decir” suele ser uno de estos consejos. Sin embargo:

  • No se debe aconsejar al niño que se tranquilice, porque él ya está tranquilo, tiene ganas de comunicar algo a sus padres, ha iniciado con gusto un tema y no entiende que se le diga que está nervioso.
  • No se le debe decir “respira hondo”, porque el niño no va a entender porqué debe hacer esto una vez ha empezado a hablar, y en todo caso no va a saber, en ese momento, cuáles son los beneficios de respirar hondo. Lo único que le ha pasado es que los padres han interrumpido lo que iba a decir, a pesar de que siempre le han enseñado que “no se debe interrumpir”.
  • Tampoco tiene sentido pensar antes lo que va a decir, ya que él ha tenido un impulso comunicativo y ningún niño pequeño, ante esta situación, tiene capacidad para pensar en elaborar toda una “estrategia” de organización de lo que, espontáneamente, iba a decir.

 

Son recomendables los siguientes consejos

  • No interrumpir al niño cuando ha empezado a hablar.
  • Si no podemos atenderle porque estamos haciendo algo que requiere de toda nuestra atención podemos decirle: “Perdona un segundo, termino lo que estoy haciendo y te escucho enseguida”.
  • No desviar la mirada cuando él tartamudea. Y tampoco dejar que nuestros ojos reflejen sentimientos de angustia o miedo.
  • Procurar hablar más despacio con el niño si sueles hablar muy deprisa habitualmente.
  • Baja tu tono de voz al hablar. Al igual que la velocidad, también deberíamos cambiar el tono, ya que esto les procura un ambiente relajado que les ayudará a superar sus dificultades.
  • Jamás se le debe decir “Cállate”, “Si no lo puedes decir, no lo digas”, “Habla mejor”, “Repítelo”, etcétera.