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Desobediencia, ¿qué estamos haciendo mal? Niño

Desobediencia, ¿qué estamos haciendo mal?

Es normal que los niños sean desobedientes en ciertas circunstancias, pero cuando el problema es demasiado frecuente puede tener reprecusiones negativas para la vida del niño. Prevenirlo está en nuestras manos.

El comportamiento de los niños (y parte de el de los adultos) está determinado por los antecedentes y los consecuentes. Los antecedentes son el conjunto de circunstancias que se dan antes de que el niño lleve a cabo una conducta (por ejemplo, las personas que están involucradas en una situación). Los antecedentes explican por qué existen niños que se comportan mal en unos contextos y no en otros (hay niños que se portan bien en casa y no en el colegio o viceversa).

Por su parte, los consecuentes, están referidos a aquello que ocurre después de llevar a cabo una conducta. Aquellas conductas que reciben un premio (o refuerzo) aumentarán su probabilidad de aparición en el futuro, mientras que aquellas a las que les sigue un castigo, reducirán su probabilidad de aparición. Entendemos por refuerzo todo aquello positivo que le sigue a la conducta (un elogio, prestar mayor atención, dar una chocolatina…). Pero también entendemos por refuerzo el hecho de que, tras realizar la conducta, se elimina una situación desagradable que estaba presente para el niño (por ejemplo, cada vez que el niño llora se le levanta el castigo). En lo que respecta al castigo este puede ser positivo (un grito, que su madre se enfade…) o negativo (tras realizar la conducta le quito algo que le gustaba, por ejemplo, como el niño se ha portado mal no puede bajar a jugar al parque).

Tener en cuenta los determinantes de la conducta es fundamental a la hora de comprender el comportamiento de los niños. No obstante, el comportamiento del ser humano es mucho más complejo que una simple “adiestramiento” a base de antecedentes y consecuentes. Todos sabemos que ante una misma situación diferentes niños pueden llevar a cabo conductas futuras distintas.

 

Trastorno negativista desafiante

Es un problema en el que las pautas educativas tienen mucho que decir. El niño que tiene este trastorno:

  • Tiene rabietas frecuentes.
  • Tiene excesivas discusiones con los adultos.
  • Se niega a acceder a las solicitudes de los adultos.
  • Cuestiona constantemente las normas; se niega a obedecer las reglas.
  • Su comportamiento está dirigido a molestar o a enojar a los demás.
  • Culpa a otras personas por su mal comportamiento o errores.
  • Los demás le causan fastidio con facilidad.
  • Tiene frecuentemente una actitud de enojo.
  • Habla con severidad o poca amabilidad.
  • Se comporta deliberadamente de formas que suscitan venganza.

La mayoría de los síntomas observados en niños y adolescentes que tienen el trastorno negativista desafiante también se observan a veces en niños que no lo padecen, especialmente alrededor de los dos o tres años de edad o durante la adolescencia. Muchos niños, especialmente cuando están cansados, con hambre o disgustados, tienden a desobedecer, discutir con sus padres y desafiar la autoridad. Sin embargo, en los niños y adolescentes que presentan el trastorno negativista desafiante, estos síntomas ocurren de forma más frecuente e interfieren con el aprendizaje, el ajuste a la escuela y, algunas veces, con las relaciones del niño (o adolescente) con los demás.

 

¿Cómo actuar ante el niño desobediente?

Algunos de los factores que dificultan la educación de niños y adolescentes tienen que ver con una falta de límites por parte de los adultos, con la ausencia de refuerzos, con el miedo a ponerles castigos, con la discordancia de las pautas educativas entre sus padres, etcétera. A continuación, te ofrecemos una serie de pautas de actuación ante el mal comportamiento de tu hijo:

  • Estudia los determinantes de su conducta: detecta en qué circunstancias aparece la conducta desobediente, qué es exactamente a lo que llamáis desobediencia y cuáles son las consecuencias que le siguen a la conducta desobediente de vuestro hijo.
  • Los límites deben estar claros: las normas que vuestro hijo deba respetar deben ser claras y también respetadas por los padres. Al mismo tiempo, ambos padres deben estar de acuerdo con las normas o al menos, no contradecirse delante del niño.
  • Dejar claro que en casa existen unas normas que deben cumplirse y la primera de todas es el respecto a los adultos. Al niño le debe quedar claro que esta norma no debe saltarse y no por ello le queréis menos.
  • Combinad las normas con el amor incondicional hacia vuestro hijo.
  • Siempre que sea posible, explicad a vuestro hijo el por qué de las normas. Por ejemplo, te pido que recojas para que así encuentres más fácilmente tus juguetes y estés más a gusto en tu habitación.
  • Preguntar a vuestro hijo por qué desobedece. Es importante atender a sus motivos y emociones para poder comprender su conducta.
  • Háblale siempre en un tono positivo; si desde el principio le hablas con hostilidad no es de extrañar que él responda de una manera hostil.