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Los beneficios de disfrazarse Niño

Los beneficios de disfrazarse

Los disfraces suponen parte importante en el desarrollo del niño y el mejor pasaporte al mundo de la imaginación. Comparte con tu hijo esta maravillosa experiencia.  

¿Tu peque es de esos niños que aprovecha la mínima oportunidad para disfrazarse? ¿Le encanta hacerlo? Seguro que sí, porque con ello, además de divertirse, está dando rienda suelta a sus sentimientos y emociones, desarrollando su imaginación y aprendiendo del mundo que le rodea. A casi todos los niños les gusta disfrazarse y jugar a ser como el otro.

Ahora que llega el Halloween es el momento perfecto para ponernos manos a la obra y ayudar a nuestros hijos a adoptar otra personalidad y beneficiarse de todo lo que eso conlleva.

 

Me gusta imitar

Disfrazarse es una cuestión de imitación, el niño pequeño se limita a observar constantemente todo lo que ocurre a su alrededor y sobre todo a imitar los comportamientos de los adultos, de algunos personajes que ve en la tele… y se queda con aquello que le gusta o le llama más la atención. Según va creciendo sigue imitando y modificando su comportamiento conforme le van atrayendo más o menos las conductas de los mayores.

Precisamente en este mundo de la imitación, los padres son uno de sus “personajes” favoritos. Para ellos constituyen un modelo importante, por lo que un buen disfraz puede ser simplemente vuestra ropa y zapatos. Si los observáis comprobaréis cómo les encanta hacer de papá y mamá.

 

Soy quien quiero ser

Ya está claro que a los niños les gusta meterse en el papel de otra persona, pero es que, además, esto supone asumir otro rol y ver el mundo desde otra perspectiva diferente a la suya. Disfrazándose, los niños se sienten protegidos y pueden ser más valientes actuando como superhéroes, por ejemplo. Se meten en la piel de su personaje de ficción favorito, se comportan como ellos se imaginan que es, como han visto por la televisión o han leído en un cuento; por ejemplo, salvando animales, defendiendo a los buenos…

En este momento están dando rienda suelta a toda su imaginación, lo que es algo muy positivo. De hecho, hasta los seis años, los niños están en una edad mágica en la que no está claramente diferenciado el mundo real del imaginario. Esta fantasía es muy saludable para ellos, pero siempre y cuando no vivan de forma constante en este mundo imaginario. 

 

¿Y si no le gusta?

Hay niños a los que no les gusta disfrazarse o a los que ciertos disfraces les dan miedo, como los de la época de Halloween. Por eso no tienes que obligarles a disfrazarse. En estos casos se aconseja que:

  • Dejemos al niño elegir el disfraz.
  • Se lo pongamos unos días antes para que se vaya familiarizando con él.
  • No le pongamos caretas o cualquier otra cosa que le cubra la cara. Es preferible pintarle con ceras.
  • Si hay un disfraz al que el niño le tiene un temor especial, los padres podéis disfrazaros de ese personaje para que él vaya viendo poco a poco la transformación. Si aun así le sigue asustando, intentar tranquilizarle y quitarle el disfraz, dejando el tema ahí.

 

5 beneficios para los niños

  • Se expresan más abiertamente: porque están más desinhibidos. Así los padres pueden observarlos y obtener información valiosa sobre lo que sienten, sus inquietudes, e incluso sus preocupaciones.
  • Desarrollan la imaginación: en el mundo del niño reina la imaginación, y la teatralización que supone disfrazarse fomenta más aún poder crear personajes y situaciones diferentes y divertidas.
  • Empatizan mejor con los demás: como adquieren otra personalidad, pueden ver el mundo desde otro punto de vista.
  • Fomentan su creatividad: al elegir los complementos, poner en marcha una historia o una ambientación o simplemente por el hecho de aplicar la fantasía. 
  • Vencen miedos o problemas de relación como la timidez.