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¿Conoces las palabras mágicas? Niño

¿Conoces las palabras mágicas?

Por favor, lo siento y gracias. Que tu hijo utilice estas expresiones es el resultado de una educación familiar en valores imprescindible para los pequeños.

Los buenos modales son la manifestación externa de trabajar con nuestros hijos sobre la importancia del respeto, la responsabilidad, la comprensión, la amistad, la generosidad… Esto facilitará su crecimiento como personas que viven en sociedad y en pacífica convivencia.

 

Mostrar respeto

La educación siempre debe suponer una forma de mostrar respeto hacia los demás, afines o no, haciendo más fácil, digna y agradable la convivencia. La educación se caracteriza por los buenos modales y el seguimiento de unas normas que facilitan la convivencia con los que nos rodean. Y también se acompaña de “las palabras mágicas” (gracias, perdón, lo siento, por favor…) que, si las incorporamos a nuestro vocabulario, nuestras relaciones serán más fáciles.

Es importante no olvidar ser educados todos los días, con todas las personas y en todas nuestras tareas diarias: en la mesa, en el autobús, en el aseo… porque no vale solamente ser educados cuando nos lo recuerden o en ocasiones especiales.

 

Se sentirá mejor

Los niños deben saber utilizar las “palabras mágicas”: por favor, lo siento y gracias, e incluirlas habitualmente en sus actos. Para ello es importante que les enseñemos a dar las gracias cuando alguna persona les ayuda o les hace un regalo. Además, explícale que se sentirá mejor al pedir “perdón” o decir “lo siento” si molesta a alguien o que encontrará más ayuda si pide las cosas “por favor”.

 

Dar ejemplo

Transmitimos mucho más con el ejemplo que con las palabras, por eso una forma de enseñar basada más en lo que se hace que en lo que se dice, obtiene unos resultados mucho más sólidos y duraderos.

Pero no todos los niños tienen la misma habilidad para adquirir los buenos hábitos, probablemente porque no tienen idéntica facilidad para mantener la atención; en estos casos conviene trabajar especialmente la observación, ayudarles a percibir, acompañarles para que se den cuenta de lo qué está bien y de lo que no lo está desde el primer momento. No es recomendable esperar a que el niño crezca con la esperanza de que cuando sea mayor actuará de forma correcta sin que hayamos trabajado previamente los pequeños detalles cotidianos, siempre coherentemente y teniendo en cuenta su estado evolutivo.