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El niño escolar con diabetes Niño

El niño escolar con diabetes

Manejar la diabetes es un aprendizaje más para los chavales que tienen esta condición. Un buen control es fundamental para evitar las hipoglucemias y otras posibles complicaciones.

La gran mayoría de los niños diagnosticados de diabetes dependen en su vida diaria del tratamiento con insulina, con las posibles complicaciones derivadas de su uso –especialmente, las bajadas bruscas de glucosa en sangre o hipoglucemias–, a cuya prevención y manejo tienen que acostumbrarse tanto los propios niños como los familiares y profesores a su cargo.

 

Ayúdale a adaptarse

Es importante que las familias proporcionen al niño todo el apoyo necesario para afrontar los cambios que se producen en su vida a causa de la diabetes, con el fin de evitar conductas de aislamiento, rechazo o rebeldía ante la enfermedad, ya que esto repercutiría de manera negativa en el cumplimiento del tratamiento e impediría el desarrollo de su autonomía personal, tanto presente como futura. Además, esto ayudará a que se adapte con normalidad a la nueva situación y a que lleve un buen control de la glucosa en el colegio y en otras situaciones en las que es posible que no siempre pueda contar con el apoyo o la supervisión de un adulto.

Tanto los niños como los padres, tutores y profesores necesitan tener actitudes, conocimientos y habilidades que faciliten la administración del tratamiento, el seguimiento de estilos de vida saludables acordes a la enfermedad y a las circunstancias del niño, la monitorización de la glucemia y la detección precoz de signos y síntomas de las complicaciones, sobre todo de las que, por su posible gravedad, pueden poner en peligro su vida, como las hipoglucemias.

Igualmente, es necesario que el niño aprenda a medir su nivel de glucemia y a  autoadministrarse la insulina y que al mismo tiempo conozca las pautas a las que debe ajustarse su alimentación –en especial, en lo referente a la cuantificación de los hidratos de carbono que consume– y la relación que su actividad física tiene con el ejercicio que realiza y sus necesidades de insulina. Si el niño es muy pequeño, necesitará la ayuda de sus padres o profesores durante los primeros años, pero pronto irá teniendo más conocimientos sobre el manejo de su diabetes y será siendo cada vez más independiente en su autocontrol.

 

Debe ser “uno más”

Los niños con diabetes no son “especiales” ni “diferentes” a los otros niños. Simplemente deben tener en cuenta una serie de normas en su estilo de vida que son necesarias para mantener una buena salud. Pero eso no significa que estén necesariamente limitados para realizar cualquier tipo de actividad intelectual, deportiva o lúdica. Su diabetes no lo impide, solo es preciso planificar la jornada y prever posibles situaciones de emergencia.

De hecho, el hecho de que el pequeño o la pequeña comparta sus actividades con sus compañeros en igualdad de condiciones y que no oculte en el colegio que tiene diabetes favorece la convivencia sin discriminación y fomenta su autonomía.

 

En el deporte, todo bajo control

La práctica de ejercicio es muy buena para que el niño mantenga sus niveles de glucosa dentro de los parámetros adecuados, pero si no llevan un buen control de su diabetes pueden sufrir episodios de hipoglucemia. Para evitarlo:

El niño debe comer algo cada 30 minutos mientras esté realizando ejercicio de gran intensidad. Las meriendas o tentempiés que incluyen cantidades moderadas de proteínas y grasas ayudan a mantener un nivel aceptable de glucosa en sangre.

Si el ejercicio es muy fuerte y prolongado, la reducción de la dosis de insulina y el aumento de la comida, pueden ser necesarias para evitar las hipoglucemias.

Ante cualquier duda, pídele consejo al médico o al educador en diabetes que atiende a tu hijo.

 

Bomba de insulina

La bomba de insulina es un dispositivo que permite administrar la insulina de manera continua, sin necesidad de pincharse cada vez. En su interior tiene un depósito de insulina que se rellena de la misma forma que una jeringa convencional.

La bomba dispone de un catéter que se inserta, sin que suponga ninguna molestia ni dolor, en el tejido subcutáneo de la zona del abdomen. De esta manera, durante las 24 horas del día administra de forma continua al usuario una cantidad de insulina de acción rápida previamente programada en función de sus necesidades.

Estos dispositivos han sido mejorados en los últimos años y por ello se emplean cada vez más en la edad pediátrica. Aportan seguridad a los pequeños usuarios y más tranquilidad a los padres, sobre todo por las noches, ante la posibilidad de que el niño sufra una hipoglucemia mientras duerme, lo cual puede ser muy peligroso.

 

Una mochila muy bien equipada

Además de los libros, los cuadernos y el estuche, todo niño con diabetes que no sea usuario de una bomba de insulina debe llevar siempre en su mochila su material básico de control de la enfermedad: el medidor de glucosa con tiras reactivas y lancetas, plumas de insulina suficientes, glucagón, tiras para la medición de cetonas en orina o en sangre, así como alimentos específicos para prevenir o tratar la hipoglucemia, así como los números de teléfono de sus padres y de su equipo diabetológico, por si los responsables tienen dudas o surge alguna emergencia.