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Niño | Más de 6 años | Niños demasiado buenos

Niños demasiado buenos Niño

Niños demasiado buenos

Obedientes, tranquilos, ordenados, responsables, protectores… Que se comporten de un modo tan perfecto puede llegar a ser un problema.

Siempre están dispuestos a hacer lo que se les dice, todo les parece bien, son tranquilos, ordenados, con gran sentido de la responsabilidad a pesar de su corta edad y no protestan nunca… ¡qué bien educados! Sin embargo, lo que puede ocurrir es que esos niños “tan perfectos” estén únicamente preocupados en complacer a los adultos, dejando de lado el necesario desarrollo de su personalidad y haciendo suyas las emociones de los mayores en detrimento de las propias.
Es un problema que puede mejorar con ciertas pautas de actuación por parte de los padres que les ayudarán a afrontar la vida de otra manera.

 

Pequeños adultos

Este tipo de niños se caracterizan porque poco a poco van asumiendo una serie de responsabilidades demasiado pesadas para su edad; los objetivos y compromisos que adquieren no son los apropiados para su desarrollo madurativo y pueden generarles unas tensiones evitables si nos damos cuenta de que estamos frente a unos niños exageradamente buenos. Pero estos “niños fáciles” tienen las mismas necesidades afectivas que cualquier otro: son sensibles, poseen gran capacidad de empatía y son más frágiles emocionalmente de lo que parecen; aunque no se hagan notar, requieren atención y es importante estar tan cerca de ellos como de los más conflictivos.

 

Características de estos niños

  • Estos niños “demasiado buenos” tienen habitualmente un comportamiento en el que están presentes las siguientes actitudes:
  • Dejan de lado lo que ellos querrían hacer, quedando en un segundo plano frente a lo que quieren los demás y a los que tratan de “hacer felices” consciente o inconscientemente, pero sacrificando sus deseos.
  • No dan trabajo a los papás ni a los profesores, vistiéndose solos, haciendo tareas del hogar, no dando ningún problema en clase ni en la calle…
  • No saben decir “no”;  hacen lo que se les dice sin protestar y carecen de habilidades sociales de autoafirmación.
  • No saben defenderse, tampoco ofenden ni muestran actitudes agresivas o arrebatos de ira, cólera…  nunca se enfadan.
  • Sus relaciones con niños de su edad son muy escasas, no “ejercen” realmente de niños y  muestran actitudes protectoras (como un adulto) hacia los más pequeños, cuidando todos los detalles que afecten a la limpieza y seguridad.

 

Pautas para los padres

Para ayudar al niño “demasiado bueno” y evitar que los otros se aprovechen de él cuando trata de no generar sufrimiento ajeno, aún a costa de sus propios sentimientos, conviene tener en cuenta unas breves y bastante sencillas pautas de actuación. Es recomendable acogerle con cariño y suavidad, pero con claridad y firmeza.

  • Evita sobrecargarle con responsabilidades inadecuadas para su edad, ahorrarle sufrimientos.
  • No censures su actuación en aquellas escasas ocasiones en las que manifiesta sus emociones, sus propios sentimientos. Por ejemplo cuando se autoafirma y critica alguna conducta o situación.
  • Elogia sus acciones y minimiza los posibles errores cometidos.
  • Responde deprisa a sus demandas, pues este tipo de niños no suelen reclamar cosas con frecuencia. Solo lo hacen porque tienen una necesidad real o algo les molesta demasiado.
  • Ayúdale a que pueda defenderse por sí mismo haciendo valer su criterio y su forma de ver las cosas.
  • No comentes delante de él situaciones problemáticas que puedan llevarle a tener preocupaciones o ciertos desasosiegos que puedan aumentar su nivel de ansiedad.
  • Aclárale las cosas y dile la verdad porque puede pensar que se trata de un asunto relacionado con él y darle demasiadas vueltas al tema.
  • Hábale, estimúlale y juega con él aunque no lo demande.
  • Hazle saber que es posible que sus acciones o trabajos no sean perfectos, que no siempre todo sale como uno desea y que lo importante es aprender de los propios errores.
  • Enséñale y anímale a expresar sus emociones con el fin de romper su fondo de inseguridad.
  • Déjale claro que es querido por ser quien es, y que no es el hecho de cómo se porta y cómo se esfuerza en cumplir nuestras expectativas lo que determina el cariño que recibe de nosotros.