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La importancia de las tradiciones infantiles Niño

La importancia de las tradiciones infantiles

Si cerramos los ojos y pensamos en personajes como el Ratoncito Pérez, el hombre del saco… o nos imaginamos junto a nuestros padres jugando a las chapas, a la peonza… notaremos que nos invade una sensación de confort y bienestar.

Si abrimos los ojos seguro que una sonrisa se ha dibujado en nuestros labios. Eso es porque nos sentimos ligados a algo invisible, pero que forja un vínculo fuerte con nuestras raíces. Este legado que traspasamos de generación en generación es una de las formas más sencillas, seguras y eficaces de transmitir a los niños valores, características y formas de vida. Conocerlas es saber respetarlas.

El valor de las tradiciones

Estas tradiciones llegan a nuestros pequeños es a través del juego. Este es inherente a los niños, algo que forma parte de su esencia misma y a través del cual comienzan a percibir y conocer de una manera simbólica —y después real— el mundo que les rodea. Esta manera de transmitir las tradiciones, como parte de un juego acompañado de una breve cantinela, rima, mímica, etcétera, favorece el desarrollo cognitivo, social, afectivo y comunicativo del aprendizaje. Los juegos de siempre favorecen el sentimiento de pertenencia al grupo, transmiten valores familiares y culturales, facilitan y agilizan la memoria, la imaginación y la creatividad.

 

El ayer y el hoy

No debemos dejar nunca de contarle a los más pequeños cómo jugábamos cuando éramos pequeños. Que sepan que no todo son las videoconsolas, los smartphones o los dvds, sino que una pelota puede hacerse con un papel de periódico envuelto en celo o que eso que tapa una botella sirve para montar un partido de fútbol.

Personajes como el Ratoncito Pérez, juegos como la gallinita ciega o costumbres como regalar cosas en los cumpleaños son comúnmente aceptadas y conocidas. Pero, ¿sabes cómo surgieron todas estas tradiciones?

 

El Ratoncito Pérez

A finales del siglo XIX, desde palacio encargaron al sacerdote Luis Coloma (miembro de la Real Academia Española) que escribiera un cuento a Alfonso XIII, quien tenía ocho años y se le había caído un diente. Así surgió la historia del Ratoncito Pérez, en la que el rey Bubi (apodo con el que la Reina doña María  Cristina llamaba a su hijo Alfonso), emprende un viaje en compañía de este ratón.

 

El coco

Este personaje está muy presente en las nanas del cancionero popular infantil. El Coco toma el nombre del alimento. Como recogió el escritor Fernández de Oviedo en su libro Historia General y Natural de las Indias (1535), cuando el coco nace, tiene un agujero redondo, y encima otros dos que simulan una cara con un gesto feo, de miedo”. La nana más antigua donde se cita al Coco data del siglo XVII y se encuentra en la obra de Juan Caxés: “Auto de los desposorios de la Virgen”. Aunque sin duda, la versión más conocida es la que se canta con la melodía de Brahms: “duérmete niño, duérmete ya, que viene el Coco y te comerá”.

 

Cumpleaños

¿De dónde surgió la tradición de celebrar los cumpleaños? La respuesta la encontramos en el antiguo Egipto: las primeras celebraciones de las que se tiene constancia son las de los faraones en el año 3.000 antes de Cristo. Costumbres lúdicas de hoy en día como soplar las velas de la tarta formaban parte de verdaderos rituales: se creía que las brujas y los demonios no podían obrar maleficio alguno contra la persona que tuviese una vela encendida. De esta manera, las velas servían para proteger durante el año entrante a la persona homenajeada. Y tras el soplido y el consiguiente deseo pedido, llegan los aplausos y el jolgorio de los invitados; ¡hasta esto tiene su explicación! El jaleo posterior se creía que ahuyentaba a los malos espíritus.

 

Juegos infantiles

¿Quién no ha jugado alguna vez a la gallinita ciega? Compañera de juegos de recreo, el origen de esta gallina se remonta algunos siglos atrás: basándose en los documentos gráficos que se tienen, se cree que surgió en los bailes de salón de la clase alta de la época victoriana en Gran Bretaña. Son muchos los cuadros de la época que lo inmortalizan. El más conocido: La gallina ciega (1788-1789), de Francisco de Goya.

Otro muy popular son las tabas. Y es que este juego que ha ido pasando de generación en generación nació como método de entretenimiento e incluso de juego de azar en las civilizaciones indoeuropeas. Estas construían la figura de la taba con el astrágalo (hueso de los animales vacunos). Una vez más, el arte se hace eco de esta tradición y en el Museo de Berlín hay una escultura (copia de la original que data del siglo II antes de Cristo), llamada “niña jugando a las tabas” que representa a una niña sentada jugando en el suelo y lanzando una taba con la mano derecha.

También forma parte de los juegos de infancia de los niños de ayer y de hoy la rayuela. Este clásico juego que consiste en lanzar una piedra e ir saltando a la pata coja de casilla a casilla lo creó en la Edad Media un monje español. Este ideó esta distracción que simbolizaba el comienza de la vida (la primera casilla es “la tierra”), las dificultades y alternativas que la vida nos pone (parte central), hasta llegar a la meta final: el cielo (última casilla).