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Niño | 2 a 6 años | ¿Por qué los niños son como son?

¿Por qué los niños son como son? Niño

¿Por qué los niños son como son?

Intentar entender por qué los niños se portan como se portan es uno de los mayores quebraderos de cabeza de los padres. Descubre el origen de esa actitud misteriosa y desconcertante.

¿Por qué gritan tanto?

La energía y vitalidad del niño no es comparable a la del adulto. Ellos toleran mejor niveles altos de estimulación.

 

¿Por qué interrumpen todo el tiempo cualquier conversación?

Para el niño solo existe el “aquí y ahora”, por eso, por ejemplo, no espera e interrumpe la conversación de su madre para que le prepare la merienda ¡ya! Otras veces el motivo es llamar la atención, especialmente cuando los mayores hablan entre sí como si él no estuviera presente.

 

¿Por qué no obedecen a la primera?

El niño no obedece a la primera, alguno tampoco a la enésima, porque las órdenes que recibe tienen valor negativo: “Deja de jugar y ponte a hacer los deberes”, “Apaga la tele y saca la basura”. Prueba a mandarle: “Acércame el libro de cuentos que te voy a contar uno” o “Por favor, trae la fuente de natillas de la nevera y sírvete”. Anota las veces que te obedece y verás como tu hijo te sorprende.

 

¿Por qué no se aburren de ver los mismos dibujos y escuchar las mismas canciones?

La repetición proporciona seguridad y sensación de control. Al niño le encanta repetir porque aprende y calma su ansiedad.

 

¿Por qué preguntan cuándo llegamos en cuanto se suben al coche?

Diez minutos de reloj son siempre diez minutos, en cambio para el niño se encogen o se estiran dependiendo de si se divierte o se aburre. Los padres suelen caer en la trampa de combatir la impaciencia infantil respondiendo “enseguida llegamos” o “falta poco”. Para mentalizarlo a un viaje largo es preferible asegurar “llegaremos cuando sea de noche”. También es útil hacer el viaje entretenido y agradable: permítele que se acueste tarde la víspera, sal muy temprano con el niño durmiendo, carga en el coche un buen surtido de música y juguetes no peligrosos, prepara juegos como “Veo, veo” o “¿Quién es quién?”, lleva libros de chistes y adivinanzas, realiza paradas frecuentes para tomar alimento, bebida o para ir al aseo, etcétera.

 

¿Por qué se niegan a comer un plato sin haberlo probado?

Los cambios de la alimentación líquida a la triturada y finalmente a la sólida implican aventurarse con texturas y sabores. Si la repetición de un alimento proporciona satisfacción, la introducción de otro supone adentrarse en un mundo desconocido. Puesto que la mayoría no tiene vocación de aventurero ni desea correr riesgos a edades tan tempranas, es normal que rechace probar un nuevo alimento. Es aconsejable realizar las transiciones alimentarias gradualmente sin forzar, porque rara vez la insistencia o el rechazo de un plato se prolonga más de dos semanas.

 

¿Por qué son incapaces de estarse quietos en una tienda?

Ir de compras es una situación de alto riesgo, porque un niño aburrido es un peligro y porque los productos de las estanterías son poderosos imanes. Además, él sabe que cuanto más follón dé, más probabilidad de que tu termines antes de comprar. Por tanto, evita la ocasión y evitarás la tentación o la discusión.

 

¿Por qué les gusta salir corriendo en plena calle?

Existe un mundo por descubrir, de modo que el niño corre dispuesto a no perderse nada interesante. Es muy atractivo correr detrás de las palomas en el parque, correr delante de mamá y que no me pille… Ser capaz de andar y correr pone fin a las ataduras del carrito de bebé. Es más divertido jugar que mirar sentado desde la sillita como juegan otros.

 

¿Por qué siempre se portan mejor con los abuelos?

Una de las luchas más arduas y menos gratificantes es convencer a los abuelos de que no malcríen a los nietos. El motivo más común de una rabieta es contrariar los deseos infantiles. Cuando quiere más chuches y se le dice “no” o cuando pide algo que no se le puede conceder en ese momento, el niño frustrado se agarra un berrinche monumental. También sucede que el estrés diario y la sobrecarga de trabajo pesa en los hombros de los padres. Los abuelos disponen de tiempo y, sobre todo, de mucha, mucha paciencia.

 

¿Por qué, a pesar de todo, les queremos tanto?

El oficio de padres obliga las 24 horas, los 365 días del año. No hay tregua. Cuando se termina de recoger por una punta de la casa, vuelta a empezar por la otra. La misma jornada uno es taxista, cocinero, camarero, limpiador, profesor y más empleos. Y los gastos se disparan: leche, pañales, ropa, juguetes, material escolar… Ser padres es, desde el punto de vista personal, muy exigente y, desde el económico, una ruina. Entonces, ¿por qué los queremos tanto? Como explicaba Pascal, el corazón tiene razones que la razón no alcanza a entender.