Acertar en esta trascendental decisión es fundamental, no solo por vuestra tranquilidad, sino por que es una etapa que marcará, en parte, el desarrollo de vuestros hijos.

No hace falta recurrir a estudios ni estadísticas para estar de acuerdo en que una de las cuestiones que más preocupan a los padres es la educación de sus hijos. El primer paso en esa carrera de fondo se da en los centros de educación infantil o guarderías, donde tu pequeño entrará llorando en su primer día y saldrá riendo y con un montón de cosas aprendidas con las que te sorprenderá a diario en casa.

En la guardería, tu hijo hará sus primeros amigos, se relacionará con otros adultos, probará nuevos sabores, descubrirá juegos, canciones y un sinfín de cosas que le ayudarán a fomentar su creatividad y desarrollar su personalidad. En definitiva, durante los tres primeros años de su vida, será su segunda casa. Así que habrá algunos puntos habrá que tener en cuenta para que la elegida sea la que más se ajuste a vuestras necesidades.

 

¿En qué debemos fijarmos?

• Profesionales: un buen profesional de la educación infantil ha de ser un investigador, una persona curiosa, inquieta, viva, culta, alegre y optimista, paciente, equilibrada en sus propias emociones, que tenga empatía con los niños y sus padres, responsable, disciplinada y afectuosa, que sepa trabajar en grupo y que quiera, a su vez, aprender de otros profesionales. Un buen educador infantil ha de conocer las capacidades infantiles, observarlas y reconocerlas cuando se producen, sin forzarlas, pero apoyándolas para que se desarrollen. Habla con ellos y pregúntales todas las dudas que te surjan sobre su trabajo. Es básico que te transmitan confianza, ya que, a parte de vosotros, serán las personas que más tiempo pasen con tus hijos y los cimientos de su personalidad están en gran parte en manos de su buen hacer.
• Número de educadores que tiene el centro por alumno: el ratio educador/niño varía según la edad. Cuando los alumnos tienen entre 0 y 1 año tiene que haber un educador por cada ocho niños; cuando es entre 1 y 2 años debe haber un educador por cada 13 niños; y, finalmente, entre 2 y 3 años ha de haber un educador por cada 20 niños. En caso de que haya algún alumno con necesidades específicas de apoyo educativo tienen que existir apoyos para trabajar con él. Cuantos menos alumnos por profe haya, mejor, ya que más atención y dedicación podrán prestar a cada nene.
• Proyecto pedagógico: debemos preguntar sobre el proyecto pedagógico del centro, saber cómo se trabaja es saber qué van a hacer con tu hijo.
• Tipo de trabajo que hacen con los niños: en cuanto a su desarrollo psicomotriz, aprendizaje musical o sensorial, o si realizan algún tipo de actividad cultural o extraescolar con ellos.
• Accesibilidad: es básico que puedas acceder al centro y a sus docentes siempre que lo necesites.
• Cercanía: es recomendable que esté cerca de casa o del trabajo, no solo por vuestra comodidad, sino porque de esa manera el entorno del niño “se cerca”, y fuera de clase podrá también coincidir con sus compis de gateo, lo que facilita su autoestima y evolución.
• Flexibilidad: fijarse en la amplitud horaria y en si existe la posibilidad de dejar al niño más tiempo en momentos puntuales si surge algún imprevisto.
• Trato personal hacia el niño: especialmente en aquellos que tengan algún tipo de particularidad, es en el caso de la comida.
• Higiene: es otro punto destacable en esta balanza que nos ayudará a decantarnos por una u otra escuela.
• Seguridad y amplitud: los niños deben no correr riesgos, poder moverse sin problemas. Para ello es necesario contar con un espacio adecuado. Lo ideal es que la guardería tenga un mínimo de tres aulas: una para los bebés de 0-12 meses, otra para los de 12-24 meses, y otra para los de 24-36 meses. Lo suyo es que tenga un aula multiusos, y las zonas de juego y las de descanso bien diferenciadas. Y que los aseos de los niños estén separados de los de profes. En cuanto al patio exterior, 75 m² es la superficie mínima recomendable (fíjate en que tenga zonas de sombra para protegerles del sol cuando pegue fuerte); aunque una buena escuela debería tener también una zona techada para que los nenes no se queden sin jugar al aire libre cuando llueva.