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Los excesos, un fenómeno agotador para los hijos

Hoy en día se está hablando de un conjunto de padres que con la buena intención de querer darles “todo lo mejor” a sus hijos, acaban consiguiendo consecuencias negativas.

Hace un tiempo no muy lejano, en el que a los niños no se les hacía demasiado caso. Hoy, en cambio, los hijos han pasado a convertirse en el centro de la familia, alrededor del cual orbitan los progenitores. Su misión es la de darles todo lo mejor a sus hijos: la mejor educación, las mejores actividades extraescolares, un gran número de experiencias, viajes, actividades lúdicas… El objetivo: que estén sobradamente preparados para el futuro.

Infrafuncionar como padres

Los padres que se ven inmersos en una de carrera de fondo, cuya meta es lograr que su hijo triunfe en la vida. Que vaya a la universidad de élite, que destaque en el deporte de turno, que tenga las mejores amistades… Están imponiendo un modelo educativo habitual en las sociedades más acomodadas y que conlleva una estimulación precoz con actividades no adecuadas a la edad de los niños, una agenda sin espacios en blanco, la baja o nula tolerancia a la frustración y los enfrentamientos con los maestros que osen cuestionar las maravillas del niño.

Además, es común la actitud de colmarles de objetos como libros, dispositivos electrónicos, juguetes…

Según los expertos este modelo de crianza basado en una constante atención y grandes expectativas por lo que los hijos hacen, estudian, tienen o logran, no funciona.

Además, puede llegar a ser agotador para los hijos, porque implica agendas frenéticas, y también para los padres, porque son ellos quienes los llevan de una actividad a otra, hablan con frecuencia con sus maestros, supervisan sus deberes y los hacen con ellos y son los que planifican sus agendas e, incluso, sus amistades.

Esta modalidad de educación tiene distintas formas: los padres-helicóptero (sobrevolando sin descanso las vidas de sus retoños), los padres-apisonadora (quienes allanan sus caminos para que no se topen con ninguna dificultad), los padres chófer (que pasan los días llevando a sus hijos de extraescolar en extraescolar) o los padres hiperprotectores (cuyo fin es evitar cualquier accidente).

 

Problemas de este comportamiento con los hijos

  • Coarta en los hijos algo tan vital como es la independencia.
  • Impide el aprender a partir de los errores cometidos.
  • Los hijos viven con ansiedad, angustia y presión.
  • Al estar tan estructurados y sobreestimulados se aburren muy fácilmente.
  • Se les induce a pensar que no son capaces, ya que con tanto control y seguimiento, el mensaje que se les transmite es: “lo hago contigo porque tú solo no puedes”.
  • No les enseña a ser responsables: si nunca han tenido que responsabilizarse de una mínima gestión de su vida, cuando llegan a la adolescencia se sienten incapaces, viven con mucho más miedo y los cambios les suponen un gran problema.
  • Los niños se sienten abrumados, juegan de manera superficial, pierden el interés fácilmente por los juguetes y por su entorno y no desarrollan su imaginación.