Está en

Embarazo y parto | Gestación | Comentarios descorteses y traspaso de límites

Comentarios descorteses y traspaso de límites Embarazo y parto

Comentarios descorteses y traspaso de límites

El embarazo se vive de muy diversas formas dependiendo de la mujer y sus circunstancias, pero entre las emociones que se pueden originar no es extraño encontrarnos con sentimientos como la felicidad, la inseguridad, la incertidumbre, los miedos, la sensibilidad, la esperanza, la alegría compartida, entre otros.

Para entender tantos cambios debemos darnos cuenta que no solo cambia el rol de la mujer y la situación familiar, sino el cuerpo y las emociones, por lo que el respeto, la sensibilidad y el cariño deberían estar siempre presentes hacia la mujer gestante, por estar al frente de este especial momento en su vida de gran adaptación.

No siempre se cumple este ideal de sensibilidad y respeto y nos encontramos con mujeres que se han tenido que enfrentar comentarios descorteses de personas que se creen en el derecho de juzgar o traspasar límites emocionales y físicos por el mero hecho de estar embarazadas.

Aunque cada vez estamos más concienciados sobre el respeto a las embarazadas, es importante conocer cómo viven las mujeres este periodo y respetar los espacios personales en estos momentos tan sensibles para asegurarnos el bienestar de las personas, especialmente si no conocemos muy bien a la persona que tenemos en frente. Mejor caer en la prudencia excesiva que en la descortesía y mal gusto.

Vamos a repasar los comentarios y/o conductas más habituales a los que se puede enfrentar una embarazada a lo largo de su gestación y como poner los límites de forma saludable sin herir y sin ser heridas.

 

  1. La barriga no se toca. Hay mujeres que no les disgusta que les toquen la barriga, sin embargo, hay otras que les molesta sobremanera, por lo que, ante la incertidumbre, es mejor echar mano de la prudencia. La norma debería ser no tocar o en una segunda instancia preguntar antes de lanzarse a semejante tocamiento que, en múltiples ocasiones, es percibido como una invasión a su intimidad. Lamentablemente, hay casos extremos en los que, incluso desconocidos, interpretan la barriga de una embarazada como algo que se puede tocar sin consentimiento, porque piensan que “da suerte” o porque ni siquiera se plantean que lo que están tocando es el útero de una mujer con lo más preciado que puede llevar dentro que es su bebé. Ante este escenario, que es más habitual de lo que parece, podemos tomar varias medidas: interponer algún tipo de barrera fisca que dificulte el tocamiento y nos dé tiempo de reacción o expresar nuestra disconformidad con la persona que intenta traspasar nuestro espacio personal. Ambas opciones son válidas y deberían ser una norma para aquellas mujeres que les molesta, incomoda o incluso violenta que les toquen la barriga. Hay mujeres que hacen algo que puede sonar extraño, pero no deja de ser divertido y es devolver el tocamiento a la persona (tocarle a la barriga a la persona que está tocando la nuestra) que entiende en ese momento lo que puede sentir la embarazada y el traspaso de límites que se siente con una mano ajena rozando su vientre.
  2. Consejos no solicitados. Resulta que todos nos volvemos unos expertos en la materia por nuestra experiencia previa o por lo que hemos oído ante una embarazada, a la que etiquetamos, no conscientemente, como ignorante sobre cómo cuidarse o cuidar a su bebé no nacido y nos lanzamos, siempre de buena fe, a dar consejos no solicitados, sin tener preparación para ello. Para nosotros no es más que un consejo, pero para las mujeres embarazadas es un consejo más de los miles a los que suelen estar sometidas sin pedirlos. Esta situación es algo que se repite bastante, ya que suele ser una queja bastante habitual. Dentro de todos los comentarios no es de los peor recibidos, ya que ante esta situación a veces lo más inteligente es escucharlos de forma pasiva y no seguir en la conversación más de lo necesario. En caso de una excesiva exposición o si se repite en una misma persona siempre podemos expresar nuestra incomodidad y pedir que cambien de tema.
  3. Pedir información sobre el parto. “¿Cómo fue?” “¿Te dieron puntos?” “¿Cuántos?” “¿Sufriste?” “¿No pediste epidural?” Esta información es muy personal y puede llegar a incomodar a la persona si no pertenecemos a su grupo de confianza, por lo que es mejor abstenerse y dejar que la nueva mamá cuente lo que quiera. La mujer recién parida solo quiere recordar los momentos felices y, tanto si fue un parto bueno como si no, es mejor no llevarla a donde quizá ella no quiera ir. La regla siempre es respeto. Si nos encontramos ante este tipo de situación debemos tener claro hasta donde queremos compartir y hasta donde no, y respetar esta decisión, bien cambiando de tema o expresando explícitamente que se prefiere hablar de otras cosas.
  4. Comentarios sobre su cuerpo. Cada mujer, cada cuerpo y cada embarazo son diferentes, reaccionan de forma distinta, incluso los embarazos son distintos en la misma persona, por lo que estos comentarios nada suelen aportar, salvo incomodidad e incluso inseguridad a la mujer que está expuesta. Esta información sobre, por ejemplo, el peso o el tamaño de la barriga pertenecen al ginecólogo y a la propia mujer, por lo que es mejor no meterse en territorio ajeno y tan personal. Una solución, cuando estamos expuestas a estos comentarios, es no tomarlos como algo personal, sino interpretar que más que otra cosa demuestran la falta de tacto, sensibilidad ajena y costumbres arcaicas que, en caso de persistir, siempre podemos expresar nuestro discorfort para que no se vuelvan a repetir. Hay un dicho que es muy aplicable en estos casos: “Más vale una vez roja que quinientas amarilla” y hay personas que no son conscientes del mal que provocan y hay que recordárselo, siempre con calma y elegancia, pero con la seriedad que conlleva, y no aguantar hasta que acaban con nuestra paciencia.
  5. Referencias a la comida. Por ejemplo: “¿No estás comiendo muy poco?” o “¿No te estás pasando con este alimento?” Son comentarios que pueden hacer sentir mal a la persona porque dejan a la mujer en un juicio del que puede sacar conclusiones equivocadas. La única forma de salir de estas situaciones es tener muy claro las cosas y comentar con el médico que lleve el embarazo lo que se puede y no se puede hacer para, con esta seguridad, enfrentar cualquier crítica o juicio ajeno. Cuando estamos seguras de que lo que estamos haciendo es lo correcto es muy difícil que comentarios ajenos lleguen a alterarnos, pero es necesario hacer este ejercicio para no tomarlo como algo personal y acabar dejando que estos comentarios nos hieran o nos hagan sentir que lo estamos haciendo mal.
  6. Referencia a la vida posterior del nacimiento. Todas sabemos que el nacimiento de un bebé cambia la vida, pero no hace falta que nos lo recuerden constantemente. A veces a modo de advertencia, otras de amenaza, es mejor que estos comentarios se reserven al pensamiento y permanezcan allí hasta no ser solicitados, ya que pueden condicionar o crear ansiedad innecesaria a la mujer que los recibe. Si eres víctima de estos comentarios, entiende que la intención no suele ser negativa, pero si aun así tú lo vives de este modo siempre puedes echar mano de frases como: “Eso que dices es muy interesante y lo había pensado antes, así que no solo soy consciente, sino que estoy preparada para ello”.
  7. Referencias al parto. Todas sabemos cómo pueden ser los partos: buenos, naturales, sin mayor trascendencia, es decir, una experiencia positiva o pueden ser instrumentalizados y complicados, es decir, no tan buena experiencia. En cualquier caso, sacar a colación únicamente los partos malos es perder la referencia, por lo que es mejor abstenerse si no se puede hablar bien. Las mujeres, cuando estamos embarazadas, no importa cuántos embarazos hayamos tenido, podemos albergar dentro de nosotras desde cierto miedo, inseguridad e incluso terror ante el momento del parto, es por esto que cuanto más positivas vayamos más seguras enfrentaremos la experiencia que, por otro lado, es natural y estamos preparadas para ella. Por supuesto que un parto puede complicarse, pero recordad que en la mayoría de casos salen bien. Por lo que si estamos ante una persona que solo nos cuenta la parte negativa de la historia y esto nos provoca miedo, es mejor pedirle que pare de contar cosas negativas y preguntarle si no conoce ningún caso en el que haya salido todo bien y que nos lo cuente.
  8. Tipo de barrigas y forma de cuerpo. Es normal encontrarnos comentarios que hacen referencia a las tan juzgadas pancitas que van desde: “¡Qué barriga tan hermosa!”, en el mejor de los casos, a frases tan groseras como: “¡Has perdido tus formas!”, “Vaya barriga más grande se te ha puesto” o “¡Pero si apenas tienes barriga! ¿Seguro que estás embarazada?”. Estos comentarios nos dan a entender que la persona que los hace se cree en el derecho a juzgar el cuerpo de una mujer solo por el hecho de estar embarazada, sin caer en la cuenta de que, probablemente, sus comentarios no sean relevantes para la propia gestante ni tengan base científica ninguna. Hay que tomar conciencia de que cada embarazo, cada barriga, cada mujer, es un mundo y ninguna condición puede justificar que hagamos comentarios tan descorteses como gratuitos. En el caso de vernos en tal circunstancia, lo mejor es ignorar semejante grosería o devolver, en caso de que nos veamos con esa necesidad, una respuesta elegante que demuestre su falta de cortesía o educación, como, por ejemplo: “Gracias por tu opinión, se la comentaré a mi ginecólogo”, “No sé qué haría de no saber tu opinión”, “Sin embargo, ¡tú estás guapísima!”.
  9. Lactancia. Aquí nos encontramos con todo tipo de reacciones, desde “No le darás el pecho, ¿no? Que luego te quedas muy mal”, hasta “Le tienes que dar el pecho hasta que tenga por lo menos 1 año, como yo hice”. Estas formas de condicionar a la madre no son beneficiosas, ya que cada mujer decide en su libertad y circunstancia qué es lo mejor para ella y su bebé; por lo que, si estás en frente de estos comentarios, una alternativa puede ser escuchar, callar y hacer lo que consideres correcto al margen del comentario o si decides enfrentar más activamente el problema puedes expresar tu opinión sin entrar en ataques personales y decir cuál es tu decisión, sin dar pie a más comentarios. Por ejemplo: “Me alegro mucho que tú en tu libertad decidieras hacer esto que me comentas, seguro que te sentiste muy bien haciendo lo mejor para tu bebé y para ti, ahora yo haré lo mismo”.
  10. Físico tras el posparto: Existen personas que, por diferentes razones, se sienten en el derecho de juzgar los cuerpos ajenos y qué objetivo más fácil que una embarazada. Cuando la mujer da a luz es normal que, físicamente, no recupere inmediatamente el cuerpo que tenía antes. El cuerpo humano necesita un tiempo de recuperación, por lo que no dejes que nadie juzgue si este tiempo es mayor o menor del que debería. Tener en cuenta que esos comentarios vienen más de la ignorancia que de lo personal puede ayudar bastante. Es cierto que la mujer está expuesta a expectativas en la sociedad y se presta a ser juzgada a veces y esto puede llevar problemas consigo, pero siempre que estemos seguras de nosotras mismas nadie podrá decirnos aquello que no sepamos y por ende herirnos. Concienciar a la gente es importante para que estos comportamientos tan groseros y habituales se vayan reduciendo en la sociedad actual hasta que se consiga un verdadero respeto hacia la mujer y hacia el embarazo, pero si mientras tanto eres víctima de semejantes comentarios, la única opción es cuidar tu autoestima con respeto hacia tu cuerpo y no dejar que te lleguen a herir. Respuestas compatibles con estas situaciones suelen ser: “Es normal que mi cuerpo haya cambiado, he dado a luz a una persona, gracias por tu comentario sobre mi cuerpo, pero no es necesario en estos momentos”.

 

Artículo elaborado por la psicóloga Amaya Terrón www.psicologiaamayaterron.com