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Bebé | 0 - 9 meses | Mi bebé está estreñido

Mi bebé está estreñido Bebé

Mi bebé está estreñido

El estreñimiento causa verdaderas molestias, y en el bebé no es la excepción, de manera que evítale malos ratos y acude al pediatra a la menor sospecha del problema.

Un síntoma de buena salud es mantener un buen ritmo intestinal en todas las edades de la vida y especialmente durante los primeros meses, cuando los padres muestran gran atención a la frecuencia y las características de las deposiciones del pequeño. Así, cualquier alteración en lo que se considera ritmo normal puede motivar una visita al pediatra. Aunque una minoría de niños tiene causas orgánicas como origen de su estreñimiento, para muchos padres es una fuente de inquietud porque piensan que puede estar ocasionado por una enfermedad grave. En la mayoría de los casos, los padres se preocupan porque las heces del niño son demasiado grandes, demasiado duras, dolorosas, o demasiado infrecuentes.

La definición de estreñimiento en los lactantes se basa en muchas ocasiones en el cambio de las características de las deposiciones observadas por los padres; disminución de la frecuencia y aumento en la consistencia de las heces, capaces de producir dificultad en su expulsión. En otros casos, el estreñimiento presupone la existencia de unas heces duras, sobre la base de la existencia de retención fecal, acompañada de defecación dolorosa y/o de dolor abdominal, con independencia de la frecuencia de la defecación.

 

La causa suele ser funcional

Tras el nacimiento, la frecuencia y la consistencia de la defecación están muy relacionadas con la cantidad y el tipo de leche ingerida. La causa del estreñimiento tras la edad neonatal es generalmente funcional, pero en lactantes se han descrito gran cantidad de causas implicadas en el estreñimiento, por lo que deben descartarse fuentes orgánicas como enfermedad de Hirschsprung, fibrosis quística y fisuras anales.

Existen múltiples factores posiblemente implicados en su producción (familiar, dietéticos, motilidad intrínseca lenta, defecación dolorosa por fisuras anales, proctitis o dermatitis perianal, etcétera) que, actuando de forma aislada o asociada, inician un proceso de retención para evitar el dolor cuyo resultado final es el estreñimiento crónico. En lactantes suele coincidir con alimentación hiperconcentrada, con la fase de transición a fórmula artificial, o en caso de enfermedad aguda.

En estos casos, al producirse una mayor absorción de agua en las heces retenidas, se originan unas heces más endurecidas, lo que hace más difícil su expulsión, provocando nuevamente dolor y entrando así en el clásico círculo vicioso de dolor-retención-dolor.

La existencia de “signos de alerta” resulta útil para distinguir a aquellos niños en quienes es probable la existencia de un proceso patológico orgánico.

 

La importancia de la dieta

La causa principal de la aparición del estreñimiento en el lactante son las alteraciones dietéticas (paso de la lactancia materna a leche artificial; cambio de fórmula; preparación de fórmulas con proporciones inadecuadas, etcétera). El cambio de la lactancia materna a la artificial desempeña un papel importante en el comienzo de los síntomas de estreñimiento en la infancia. Factores genéticos parecen también tener influencia, ya que frecuentemente se ha encontrado una historia familiar de estreñimiento en los lactantes con este problema.

Los lactantes alimentados con leches infantiles parecen tener mayor tendencia al estreñimiento, presentando heces de mayor dureza que los alimentados con lactancia materna. Esto puede ser debido a diversos factores como el contenido en hierro, la presencia de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga y la coprecipitación de los ácidos grasos libres con el calcio en el intestino. También pueden influir la menor concentración o ausencia de determinadas enzimas digestivas como la lipasa pancreática.

 

Dos fases de tratamiento

Podemos distinguir dos grandes etapas en el mismo, una fase inicial aguda y una fase de mantenimiento:

1. Fase inicial:

- Desimpactación inicial: la presencia de un colon limpio es fundamental para el éxito del tratamiento, por lo que la desimpactación fecal al comienzo del mismo es necesaria. En las formas leves será suficiente con supositorios de glicerina.

- Tratamiento de las lesiones perianales. En caso de existir, se realizará a base de pomada, o mejor aún supositorios, con acción antiinflamatoria y cicatrizante, con o sin antibiótico.

 

2. Fase de mantenimiento:

En la que hay que prevenir la reacumulación de heces, con la evacuación regular de deposiciones blandas, que permitan recuperar el tono colónico normal en ella. Para eso hay que:

  • Modificar los hábitos dietéticos: el contenido en grasas con las variaciones de la estructura de los triglicéridos y especialmente la posición del ácido palmítico parece influir sobre la consistencia de las heces, por ello se debe recomendar en estos casos fórmulas infantiles que los contengan y recalcar la dosificación correcta de las mismas. También debe recomendarse una dieta con exclusión de proteína vacuna en aquellos niños en los que se sospecha que la causa del estreñimiento se debe a una intolerancia a dicha proteína. Aunque el efecto del aumento del consumo de líquidos en el estreñimiento es discutido, se recomienda que en lactantes con este problema se estimule la ingesta de líquidos. En cuanto en la fibra, es difícil de conseguir en la población infantil que consuma altas cantidades, pero hay que procurar que ingieran alimentos ricos en fibra como zumos de frutas naturales, frutas enteras, vegetales y legumbres o, en ocasiones, harina de avena.

 

Consejos para los padres

  • No olvides aportarle suficientes líquidos, principalmente en época de calor o al haber fiebre, además de no abrigarle demasiado, pues eso causa que sude y se deshidrate.
  • También es útil dar masajes en el abdomen del bebé, comenzando en el ombligo y haciendo círculos en el sentido de las agujas del reloj.
  • Consulta al pediatra si la edad del niño permite que se le den jugos de naranja, ciruela o uva entre las tomas de leche, o incluso en ayunas, así como papilla de frutas (evitando manzana y plátano que favorecen el estreñimiento) o leche de avena, mermelada de ciruela, o bien purés de verduras.
  • Una opción más es la aplicación de supositorios de glicerina, al igual que estimular los músculos que rodean el ano mediante el uso de hisopos.
  • Para fortalecer la musculatura abdominal y el movimiento intestinal, puedes  ayudar al bebé mediante sencillos ejercicios, que consisten en tomar sus piernas, estando acostado boca-arriba, y flexionarlas sobre el abdomen.