¿Qué hacer ante una deshidratación leve? Enfermedades niños
La variedad de bebidas, con diferentes sabores, ayuda a tu hijo a mantener la cantidad de líquido que necesita su organismo. Así evitaremos la deshidratación.
La deshidratación es una disminución de la cantidad de líquido existente en nuestro organismo, lo que provoca una falta de agua del interior de las células. Esta situación se produce cuando la cantidad de líquidos ingeridos es menor de la que se elimina, como consecuencia de las distintas funciones orgánicas (la sudoración, la orina, la propia respiración…).
Además, los niños presentan mayor riesgo de deshidratación, por lo que debemos prestarles mucha más atención.
¡Qué no falte líquido!
El organismo humano es incapaz de producir el líquido que necesita, por lo que es necesario proporcionarle las cantidades adecuadas a través de los alimentos y de otros líquidos. De hecho, se calcula que del total del agua necesaria, un 20-25 por ciento proviene de los alimentos y un 75-80 por ciento de las bebidas.
¿Cómo conseguir reponer adecuadamente los líquidos, mediante la nutrición? Pues, además de llevar un estilo de vida saludable, tenemos que aportarle a nuestros hijos una dieta equilibrada. Por tanto, a los pequeños les proporcionaremos un correcto estado de hidratación si les ofrecemos sopas, frutas, verduras y les ayudamos a variar el consumo de líquidos incluyendo en su día a día bebidas como refrescos, zumos de frutas, lácteos, batidos, bebidas ricas en sales minerales, etcétera. Además de hidratar y calmar la sed, su sabor facilitará que nuestros niños beban más.
Si llevas a la práctica todos estos consejos, estarás evitando la deshidratación de tus hijos. Porque ya se sabe, “más vale prevenir…”
Reponer líquidos
Una mínima pérdida de líquidos repercute en el funcionamiento del organismo. Al perder el uno por ciento, aparece la sensación de sed; si se pierde el dos por ciento, se reduce el rendimiento y la resistencia, y a partir del cinco por ciento se puede producir una aceleración del ritmo cardíaco, apatía, vómitos y espasmos musculares.
Tomar líquidos, generalmente, es suficiente en casos de una deshidratación leve. Es mejor suministrar con frecuencia pequeñas cantidades de líquido, en vez de forzar al bebé o al niño a beber una cantidad grande de líquido de una sola vez, ya que esto puede producir más vómito.
En los casos de deshidratación moderada a severa, puede ser necesaria la hospitalización del paciente y la administración de líquidos intravenosos. El pediatra intentará determinar y luego tratar la causa de la deshidratación.
Síntomas de deshidratación
Los síntomas de que un bebé o niño se está deshidratando son: vómitos, diarrea, sudoración, poca ingesta de líquidos, ojos hundidos, lengua y mucosa de la boca secas o pegajosas, fontanelas hundidas en los lactantes, y la falta de elasticidad en la piel.