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Que se porte bien Niño

Que se porte bien

Ahora que es pequeño es el mejor momento para sentar las bases de lo que será su buena educación, los primeros años son muy importantes para conseguirlo.

Los niños necesitan puntos de referencia claros. Para ello es muy importante un sistema estable de normas conocidas que les ayude a predecir y entender el ambiente en el que viven y las consecuencias de su propia conducta. Sin estas normas el niño se encuentra perdido y ya que no sabe a qué atenerse, no sabe cómo funciona la sociedad y por ende no sabrá adaptarse. Tener estas reglas básicas y sistema de valores es una responsabilidad de los padres. Siendo conscientes del por qué es importante tendremos una motivación mayor para hacerlo lo mejor posible.

 

Necesitan reglas para no estar perdidos

Las reglas no son un método para controlar a los niños y conseguir salirnos los adultos con la nuestra, sino una forma de mostrarles el mundo dónde viven, cómo funciona y de qué manera se pueden adaptar mejor a él. Si no lo conocen difícilmente podrán adaptarse y disfrutar de lo que éste les ofrece. Conocer los límites y respetarlos es un camino que les aporta seguridad. Saben dónde están y cómo funciona y si se saltan las normas pueden salir perjudicados o lo que es peor dañados. El respeto es un pilar del amor, si nuestro pequeños no aprenden lo que es el respeto no lo usarán ni consigo mismos, ni con los demás, y tampoco lo exigirán a las demás personas con las que se relacionen.

Sobreprotección, el autoritarismo o la pasividad son contraproducentes en cualquier sistema educativo que persiga el bienestar del niño y su apropiado desarrollo.

 

¡Consíguelo así!

Sé coherente

“Dónde dije digo, digo Diego”. Está demostrado que los niños educados en un sistema incoherente, cambiante e inestable y/o muy permisivo son niños que tienden a la inseguridad y temeridad. Actitud que extienden a lo largo de su vida. Si hoy te castigo y mañana te permito que hagas algo por lo que hoy he castigado, el mensaje que le trasmitimos es incoherente, el niño no va a entender por qué un día sí y al siguiente no. Si hoy le reñimos por decir una palabra fea y cuando estamos entre amigos le reímos la gracia, el niño aprende que decir palabrotas en determinados ambientes es positivo y seguirá probando dónde sí y dónde no. Sin embargo, si somos coherentes y mantenemos nuestro punto de vista aprenderá que decir palabrotas está mal, independientemente del contexto dónde se reproduzcan y tendrá una norma clara.

La coherencia entre los mensajes que reciben de ambos progenitores es muy importante.

Ser coherentes también implica serlo con nuestros actos. Si les decimos a los pequeños que decir palabrotas está mal y las decimos nosotros estaremos siendo incoherentes. Enseñar lo que está bien pasa por hacerlo bien nosotros, se llama aprendizaje vicario.

 

Sé constante

Si ante el primer llanto de los niños cambiamos el castigo, lo flexibilizamos o lo levantamos, aprenderán a que llorando dominan los estados emocionales de los padres. Piensan, por extensión, que actuando de esta manera cambiarán la forma de actuar y de pensar del resto de personas. Esta forma de actuar se les puede volver en su contra, ya que pierden la oportunidad de negociar, de comunicarse honestamente y de conseguir sus objetivos, y esto repercute directamente sobre su autoestima. Si nos comportamos en la educación de nuestros hijos de forma voluble estaremos dejando la educación en sus manos y delegando nuestra responsabilidad en manos inexpertas.

 

Sé flexible

Revisar y evaluar las normas es una tarea que nos reporta flexibilidad. La hora en la que el niño se va a dormir puede modificarse con la edad. Ser flexible no riñe con la coherencia, hay circunstancias en las que no veremos empujados a no seguir cierta norma. No se trata de la regla en sí, sino del sentido de esta.

 

Sé cariñosa

El amor hacia nuestros pequeños es una constante, en su educación y en su vida. El cariño y el amor, incluso cuando reprendemos, pueden estar presentes. No olvidemos por qué hacemos las cosas o qué nos mueve a hacerlas. Si nos hacemos esta pregunta y la respuesta es por amor hacia nuestros pequeños vamos en el buen camino.

Las normas les ayudan a entender la sociedad en la que están inmersos. Les ayudan a sentirse seguros y a crear su propio sistema de valores que guiará sus vidas, dotándolas de sentido. Actuar acorde a nuestros valores hace que nos sintamos mejor con nosotros mismos y esto repercute en una sana autoestima.

Los niños sin cierta disciplina sufren mucho, al contrario de lo que podemos pensar.

 

Errores frecuentes ¡Evítalos!

  • No compenses la educación que recibiste haciendo justo lo contrario. Educar con la premisa de compensar patrones educacionales recibidos y/o con miedo a perder o no tener el afecto de nuestros hijos es un error.
  • No vayas de “colega”. Educar desde el cariño implica tener claro que se pueden divertir mucho con nosotros, pero que somos sus padres, amigos ya tienen o tendrán. Hay que dejarles claro qué tienen que hacer, porqué y el amor que ponemos en ello.
  • No seas demasiado permiviva. Cuando los padres nos comportamos de forma excesivamente permisiva y les dejamos a su antojo desarrollan maneras de entender la vida que no se adaptan a la realidad, y la aparente seguridad hogareña se convierte en inseguridad de puertas para afuera.