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Rinitis en el recién nacido

Es muy habitual que los bebés con pocas semanas de vida presenten cuadros de congestión nasal, que no siempre tienen por qué estar ocasionados por un resfriado.

Tiene pocos días de vida y parece que ya está resfriado porque tiene muchos mocos. Además, no come bien. ¿Tendrá mi bebé algo grave? Esta preocupación es frecuente en la consulta del pediatra, ya que un cuadro típico de los bebés es la rinitis del recién nacido. Pero no hay que alarmarse porque la mayoría de los pequeños suelen evolucionar favorablemente y solo requieren de mucha paciencia.

 

¿Qué es una rinitis?

Una rinitis es una inflamación de la mucosa nasal, la capa que recubre el interior de la nariz del niño, y que se puede inflamar por muchos motivos. Uno de los más frecuentes durante la edad infantil son las infecciones, pero esta inflamación también puede verse en cuadros de alergia.

Por tanto, las rinitis realmente se configuran como un proceso de inflamación, es decir, una respuesta que genera el organismo del pequeño frente a un estímulo externo, como un virus (el del resfriado común, por ejemplo) o una sustancia que desencadena un cuadro alérgico.

Sin embargo, en los recién nacidos se ha descrito un cuadro denominado rinitis del recién nacido, que suele verse con mucha frecuencia en las primeras semanas de vida, y que puede prolongarse hasta los tres meses. Se desconoce su causa, ya que no es de origen alérgico ni infeccioso, pero hay quienes piensan que puede ser un mecanismo de adaptación de la mucosa nasal del niño al ambiente, o bien que se produce porque las fosas nasales se obstruyen con facilidad.

 

Síntomas típicos de una congestión

Los síntomas de las rinitis son congestión nasal y ocular, abundante mucosidad y no es raro que se acompañe de estornudos y picor nasal. Los síntomas no son tan evidentes en los recién nacidos, en los que los síntomas predominantes son la congestión, sobre todo nasal. En esta edad puede que presenten incluso poca mucosidad, ya que basta un leve componente de inflamación de la mucosa nasal para que se produzca el cuadro de congestión.

Al no ser un proceso infeccioso, el niño no suele presentar fiebre ni otros síntomas de infección. Sí puede que sean más fáciles de ver otros síntomas como que el niño come o duerme peor. Esto se debe a que la congestión nasal le impide respirar adecuadamente por la nariz al comer o al dormir con la boca cerrada. Por las noches, se despierta con facilidad porque le cuesta respirar solo por la nariz.

 

¿Cómo tratarla?

Para paliar la congestión ayudan mucho medidas tan fáciles y elementales como elevar un poco la cabecera de la cuna, para que el bebé pueda respirar un poco mejor.

El aire limpio y con un porcentaje elevado de humedad suele también ayudar bastante, por lo que se deben evitar ambientes contaminados y si es posible, utilizar un humidificador con el fin de conseguir un aire más limpio y húmedo, que contribuye a contrarrestar el efecto de la inflamación nasal.

También suele ser útil el lavado de las fosas nasales con suero fisiológico. La ventaja de los lavados es que son bastante efectivos (mucho más si se combinan con el uso de humidificadores) y se pueden repetir varias veces al día, sobre todo si no molestan al niño.

También se pueden utilizar preparados comerciales en forma de aerosoles (con los que es más fácil controlar la presión), o bien usar jeringas para aplicarlo, pero el problema con esta última técnica es que no se controla demasiado bien la fuerza de introducción o del producto, por lo que existe riesgo de que el niño se atragante o que incluso se dañe la mucosa nasal.

Además, hay algunos fármacos que pueden contribuir al tratamiento de las rinitis, como ciertos descongestivos, los mucolíticos o incluso fármacos antitusígenos, que disminuyen la tos. Sin embargo, los efectos de muchos de estos fármacos no son del todo claros, y menos en los recién nacidos, en los que muchos no deben ser administrados.

En general, cualquier tratamiento, pero sobre todo los farmacológicos, debe estar pautado y supervisado siempre por el pediatra. Muchos de estos fármacos no solo no son eficaces, sino que en determinados casos pueden ser hasta negativos, mientras que las medidas físicas y el lavado de fosas nasales sí pueden controlar gran parte de los casos.