La ecografías son la mejor forma de controlar que el embarazo vaya bien y ver cómo crece el feto. ¡Un momento inigualable para los padres!

Al quedarte embarazada te van a practicar una serie de exploraciones ecográficas a lo largo de las distintas etapas de la gestación, para el seguimiento de tu embarazo. Las sociedades científicas con competencias al respecto y las administraciones sanitarias han establecido un calendario de mínimos para el seguimiento ecográfico del embarazo, en el que existe un amplio consenso. Este calendario incluye tres ecografías.

 

La primera, al finalizar el primer trimestre

Se realiza entre las semanas 11 y 12 de gestación y su objeto es asegurar la correcta ubicación del saco gestacional y su normal desarrollo. Es básica para establecer la fecha del embarazo y la fecha probable de parto.

La existencia de una gestación única o múltiple (generalmente gemelar, en este caso) se diagnostica en esta primera ecografía, que también servirá para establecer una serie de imágenes, llamadas “marcadores ecográficos” que pueden orientar sobre la normalidad del desarrollo fetal o ponernos en la pista de alguna alteración del mismo. Alguno de estos indicadores, como la medida del pliegue de la nuca del futuro bebé, asociado a datos analíticos sanguíneos, permitirá establecer un cálculo de la probabilidad de normalidad o anormalidad cromosómica del feto. Igualmente, las malformaciones mayores serán también diagnosticables en esta primera ecografía.

 

La segunda, la ecografía morfológica

Se realiza entre la semana 18 y la 22, es de una enorme trascendencia para el futuro de la gestación y es la que mayor tiempo de dedicación y especialización requiere. Se ocupa de establecer la morfología del feto en su mejor definición. Claramente protocolizada en su ejecución y estandarizada, irá observando todas las estructuras fetales con detenimiento, estableciendo su normalidad o alteraciones. Junto al denominado “cribado bioquímico” del primer o segundo trimestre, constituye el eje del diagnóstico prenatal. En ella se vuelve a incidir en las medidas de crecimiento fetal, cuya desviación, en etapa tan inicial, puede orientar a patologías importantes.

 

La tercera, la ecografía de crecimiento

Es la última de las ecografías imprescindibles y se realiza entre la semana 30 y la 32. Sirve para comprobar el crecimiento del feto y medir el tamaño de las estructuras fetales (cabeza, abdomen y fémur, básicamente) y los resultados se comparan con las medias fijadas para la misma edad gestacional, estableciendo la normalidad o la desviación, en exceso o en defecto.

En esta ocasión se vuelve a observar estructuras del feto, ya de mayor tamaño. En esta ecografía veremos la presentación del feto, la localización de la placenta (si está cubriendo el cuello uterino, obligará a una cesárea al final del embarazo) y la cantidad de líquido amniótico. En ocasiones, en caso de retardo en el crecimiento dentro del útero u otras patologías relacionadas (hipertensión arterial, diabetes, enfermedades crónicas, etcétera), se realizará una medida de los parámetros de hemodinámica o circulación fetal que nos indican una correcta vascularización de la placenta y, por tanto, oxigenación y nutrición del feto.

 

Otras dos importantes

Existen otras dos ecografías que, aunque no son imprescindibles, sí resultan muy útiles para el diagnóstico inicial del embarazo o la previsión del parto. La primera de ellas es la ecografía precoz, que se realiza hacia el segundo mes de ausencia de menstruación. En ella se observará la ubicación del embarazo, el número de embriones y la vitalidad de los mismos.

La segunda ecografía de utilidad es la que se realiza con la gestación ya a término (37 semanas) para la determinación estimada del peso fetal, que nos orientará acerca de la previsible evolución del parto. También se medirá la cantidad de líquido amniótico y se acompañará, en ocasiones, de mediciones doppler para conocer la vascularización de la placenta y el feto.