Es un alimento apropiado para todas las edades. Contiene un alto valor nutricional y permite el desarrollo de la flora bacteriana, logrando una mejor asimilación de los nutrientes que aportan los alimentos.​

El yogur debido a su composición nutricional aúna las cualidades de la leche y del queso por eso es importante introducirlo en la dieta de los más pequeños de forma habitual. Los yogures son ricos en protéinas, calcio y vitaminas y tienen efectos beneficiosos sobre la flora intestinal (combate las diarreas y el estreñimiento). Además, su contenido en las bacterias conocidas como Lactobacillus acidophilus, Lactobacillus bulcaricus, Bifidobacteria o Streptococcus thermophilus lo convierte en un alimento probiótico altamente beneficioso para la salud intestinal del niño y potencia su sistema de defensas contra infecciones y otras enfermedades. Destaca también su contenido en cinc y potasio.

 

Una amplia variedad

Además del clásico yogur, el surtido es muy amplio: azucarados, de sabores, con textura de mousse, con trocitos de frutas, líquidos, con una base de miel… Para los más pequeños y a partir del sexto mes existen en el mercado unos yogures elaborados con leche de continuación adaptada a las necesidades del bebé y que le aportan vitaminas A, C, D y E, minerales como el hierro, zinc y calcio y ácidos grasos esenciales.

 

¿En qué hay que fijarse?

A la hora de comprarlos hay que fijarse en que aparezcan una serie de datos en el etiquetado:

• Denominación del producto.
• Cantidad neta.
• Fecha de caducidad o de consumo preferente.
• Condiciones especiales de conservación.
• Lote de fabricación.