La naranja contiene una gran fuente de vitamina C, flavonoides y beta-caroteno y su zumo es uno de los primeros alimentos que se les ofrece a los bebés, incluso durante la lactancia.

Unas dos o tres cucharadas de zumo de naranja al día previenen a los bebés de avitaminosis y les suplen las posibles deficiencias de la leche artificial. El zumo también es aconsejable durante la lactancia, pero siempre debemos dárselo al niño media hora antes de la tetada o del biberón, porque si no al mezclarse con la leche podría ocasionarle algún trastorno digestivo.

La vitamina C es un excelente cicatrizante y antihemorrágico; es muy recomendable el consumo de naranjas antes de someterse a una intervención quirúrgica para favorecer la cicatrización de tejidos o ante cualquier herida. Además, la vitamina C interviene en la formación de colágeno, proteína que alimenta, refuerza y mantiene unidos los tejidos del cuerpo. También ayuda a tener fuertes los huesos y los dientes.​

 

Combate enfermedades

También son una buena manera de combatir la anemia, sobre todo en niños y de evitar el estreñimiento, especialmente si se consume su zumo frío.

Es buena para combatir la fiebre, ya que limpia el aparato digestivo, incrementa la diuresis y baja la temperatura. Es aconsejable darle a los niños zumo de naranja cuando padezcan enfermedades como sarampión, escarlatina o varicela, entre otras enfermedades que causan fiebre.

El zumo de la naranja desciende los niveles de azúcar en la sangre, por lo que los diabéticos pueden tomar esta fruta sin ningún problema.

Además, las naranjas previenen la posible aparición de tumores como los orales, los de la faringe, laringe, esófago, estómago y colon, ya que protegen las células del cuerpo contra la oxidación.