Uno de los alimentos que no deben faltar en nuestra cocina es el tomate. Y es que, además de poseer un sabor dulce que suele agradar a los niños, el tomate es toda una fuente de salud.

Contiene más azúcares que otras verduras, pero a pesar de esto no engorda (cien gramos de tomate aportan 20 calorías). Es un alimento compuesto casi en su totalidad por agua (95 por ciento). Por esto, su ingesta proporciona una gran hidratación que resulta ideal para combatir la posible deshidratación que pueden sufrir los niños por las altas temperaturas. Además, actúa como depurador de productos tóxicos y fomenta la osificación de los huesos.

Entre sus propiedades, hay que destacar que es un excelente antioxidante; defensor de las paredes celulares de los tejidos y de la piel, gracias a una sustancia denominada licopeno (carotenos) y a la presencia de vitamina C. 

La vitamina A, E, B y la cantidad de potasio presentes en el tomate hacen del corazón un músculo completamente fuerte y saludable. Además, la escasa cantidad de sodio colabora también en este fin. Contiene mucha fibra, ideal para mejorar el tránsito intestinal y es recomendable para combatir la hipertensión, ya que su bajo contenido en sodio y la presencia de potasio, favorecen la eliminación de líquidos y la producción de orina.

​El hierro y cobre presentes en el tomate favorecen la formación de glóbulos rojos y la alcalinización de la sangre.