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El yodo Embarazo y parto

El yodo

El yodo es un elemento imprescindible a lo largo de toda la vida, pero sobre todo lo es en el embarazo. La carencia de este mineral puede provocar hipotiroidismo (tanto en la madre como en el hijo) y otros problemas importantes.

El yodo es un mineral necesario para la formación de las hormonas que se sintetizan en la glándula tiroides. Estas hormonas son necesarias desde el comienzo del desarrollo embrionario y durante toda la vida. Nuestro organismo es capaz por sí solo de obtener el yodo de los alimentos que consumimos, pero muchas veces sucede que las necesidades son mayores, como durante un embarazo o la lactancia.

 

La yodoprofilaxis

Para prevenir la carencia de yodo hay que tomar una serie de medidas: la utilización de sal yodada en las comidas (se aconseja añadirla al final de la cocción), el consumo de pescados de mar, algas, mariscos y algunos vegetales, según se hayan plantado éstos en un suelo rico o no de yodo. Hay que tener presente que alimentos como las coles (coliflor, coles de bruselas, etcétera), la soja y el nabo pueden impedir la captación de yodo por parte de nuestro organismo, por lo que si se consumen es necesario hacerlo cocinados y no crudos, ya que el calor destruye esta acción.

 

Suplementos

Si a pesar de consumir los anteriores alimentos tu cuerpo necesita más cantidades de yodo, tienes que empezar a consumirlo tres meses antes de quedarte embarazada, siempre bajo prescripción médica, para así tener buenas reservas de este mineral. Normalmente, a casi todas las gestantes el ginecólogo les receta algunos suplementos de yodo (unos 200 microgramos al día), ya que aunque se sigan las recomendaciones en cuanto a alimentación se refiere, siempre van a necesitar una mayor cantidad.

 

La cantidad justa

La cantidad de yodo que se debe consumir varía en función de la edad y de las condiciones fisiológicas de cada persona.

  • Niños: entre 90 y 120 microgramos diarios
  • Adultos: cerca de 200 microgramos.
  • Mujeres embarazadas y las que están dando el pecho: entre 200 y 300 microgramos al día.